En el año 2024, en un futuro post-apocalíptico indeterminado, un adolescente (Don Johnson) y su perro telépata intentan sobrevivir en un mundo casi destruido tras una nueva Guerra Mundial.
Rareza de los setenta en la que vemos a un jovencito Don Johnson en una aventura postapocalíptica con aires de “Mad Max” (1980).
Después de un desastre nuclear, el mundo está sumido en el caos. Los supervivientes van buscando su sustento en un yermo de mugre y muerte. Un chico (Don Johnson) vagabundea junto con su perro, el cual le busca mujeres a cambio de comida. Se comunican telepáticamente y sólo el chico puede escucharlo.
El filme presenta escasez tanto de medios como de interés. La trama se sustenta en un mundo sucio y decadente, en el que nadie mira por nadie, y se centra en la supervivencia del chico en ese yermo. Pero el filme se divide en dos partes diferenciadas, cada cual con un hilo argumental distinto pero de alguna forma interconectado. Se pasa del escenario postapocalíptico devastado a un oasis social elitista de limpieza y elegancia. Puro surrealismo de los setenta, pero rodado sin ritmo ni fuerza.
A pesar de todo, la premisa de la cinta no es mala, y en manos de otro director con más sentido y talento hubiera sido incluso notable. Una lástima.
