Jake Gyllenhaal, protagonista del remake de ‘De profesión: duro’, presume de físico encarnando a un ex luchador profesional
Jake Gyllenhaal ha sorprendido a los asistentes a la UFC 285 en Las Vegas protagonizando una sonada aparición sorpresa en la que presume de un físico espectacular. El actor, que se encontraba presente en el evento con motivo del rodaje de escenas para su próxima película, impresionó con esa musculatura propia de un luchador profesional que ha tenido que desarrollar por exigencias del papel.

Jake Gyllenhaal en el remake de ‘De profesión: duro’
Gyllenhaal encabeza el remake de ‘De profesión: duro’, película de 1989 que protagonizase Patrick Swayze, de ahí la necesidad de estar 100% en forma. Su personaje, Dalton, es un ex luchador de la Ultimate Fighting Championship (UFC), la mayor competición de artes marciales mixtas en el mundo, motivo por el cual se estuvieron rodando algunas escenas durante el mencionado encuentro.

Doug Liman (‘Sr. y Sra. Smith’, ‘Barry Seal: El traficante’) es el director de este nuevo film producido por Joel Silver, quien produjese en su día la cinta original. Por su parte Conor McGregor, luchador profesional que debuta como actor, coprotagoniza esta propuesta firmada por Amazon Studios que completa su reparto de la mano de Daniela Melchior, Lukas Gage y Billy Magnussen.

De profesión: duro
En la original, Swayze encarna a Dalton, portero de discoteca que es contratado para poner orden en el Double Deuce, el bar más ruidoso y problemático al sur de la línea Mason-Dixon (demarcación que separa los estados norteamericanos de Pensilvania, Maryland, Delaware y Virginia Occidental). Puede que no parezca gran cosa, pero dicho matón es más que capaz, y pronto pone orden dando caña a los que buscan problemas hasta convertir el garito en uno de los puntos de paso más populares. La cosa se complica en el momento en el que Dalton se pilla por la Dra. Clay (Kelly Lynch), relación romántica que le sitúa en el punto de mira del despiadado pez gordo local, Brad Wesley (Ben Gazzara).

RetroCríticas by Lucen | ROADHOUSE (DE PROFESIÓN DURO, 1989)

Podríamos decir que una cinta de acción de los 80s que cuenta en la producción con Joel Silver, es seguro de éxito y buen hacer, pero en este caso Joel Silver no calculó bien su labor. Pero no pasa nada, podemos decir que una película de acción que cuenta con Michael Kamen en la BSO es también significado de placer, pero esta vez Kamen tampoco fue suficiente. Ahora bien contar con Patrick Swayze si que te asegura una calidad real respectable al menos en la labor del héroe, pues tampoco ¿Y si sale Sam Elliot? Pues mejora pero no salva. Ya lo tengo ¿y si decimos que Kelly Lynch sale desnuda podemos crear hype con esta obra? Lamentablemente ni las tetas de Lynch salvan una película donde los protagonistas absolutos son sus dos ineficientes e infantiles guionistas.

Y vamos al grano, la película podía haber sido un clásico de la acción de aquellos años, si Silver hubiese frenado ese horrible guión que partía de una idea interesante para llevarlo al ridículo más absoluto. La historia de amor parece escrita por el peor de los becarios, los diálogos cortos, secos y directos en la línea del cine negro, son en más de una ocasión vergonzantes y lo peor es el tono de la película en él que mientras Swyze, Elliot y Kamen intentan dar seriedad al asunto, Ben Gazzara y sobre todo los dos guionistas, intentan aportar el toque de humor de Jungla de Cristal y Arma Letal que aquí no pega ni con cola.

El perdedor absoluto es la estrella principal que queda descolocada no por su labor interpretativa sino por la ineptitud del guionista y su cómplice el director.

De este modo ROADHOUSE queda en el recuerdo más por lo que pudo ser que por lo que fue, queda también por ser un intento fallido de que Swyze se convirtiese en héroe físico de acción (más artes marciales que disparos) y queda también por ser uno de los últimos coletazos de aquella gloriosa década de los 80s donde el cine de acción fue el rey absoluto de la taquilla. ‘De profesión Duro’ como aquí se llamó es hoy día una muestra falsa y ridícula de lo que fue el género más noble de aquellos años, queda también como el puente de color rosa hacia los thrillers eróticos de los 90s y queda como un recuerdo de una estrella poco reconocida como fue Patrick Swyze.