“La bruja”, del debutante Robert Eggers (premio a mejor director en Sundance), se encuentra a mitad de camino del realismo de Romero y la fantasía psicodélica-operática de Argento. Eggers prefiere levantar vuelo desde un realismo de amarillos prístinos y de leves claroscuros que recuerdan a Rembrandt.. Por otro lado, se nota también que es un realizador que huye del efectismo grueso y busca seducir al espectador con una mezcla de amor y temor a la oscuridad.
La luz abre un film que poco a poco se va agrisando hasta terminar en el negro profundo. Empieza como una película de días soleados y de cotidianidades aparentemente felices en el campo de Nueva Inglaterra, a inicios del siglo XVII. Es notoria esa calidad europea de unos pioneros emigrados del viejo continente, y que anclan en nuevas tierras que esconden un espíritu salvaje. En ese sentido, se comprende el planteamiento de Eggers al dividir el espacio en dos: el afuera, constituido por el tupido bosque lleno de fuerzas ocultas que los atormentarán; y el adentro, hecho de una familia nuclear en la que los hijos son prisioneros del puritanismo cristiano de los padres. En cierta medido vemos ecos de El Bosque, aquella película polémica de Shyamalan que se vendió como un film de terror donde no lo había, en cambio, toda aquella ficticia promoción, hubiese venido perfecta para La Bruja, quizás la historia de terror que todo el mundo reclamó en su día.
Así, como ocurría en la obra del director de El Sexto Sentido, vemos como se plantean dos formas muy distintas de terror: la interior, la que viene de nuestro propio entorno y nos rodea (la psicológica), y la exterior, la fantástica, esta mucho más tremendista pero mucho menos dañina. Así, más allá de la naturaleza agreste y el misterio que le rodea, estos padres y sus hijos son presos de unas relaciones de poder retorcidas, atravesadas por hipocresías, secretos y ambiguos tramados que no excluyen el componente sexual.

Estrenada en el Festival de Sundance el año pasado, el film se compone de silencios y miradas sesgadas; tono que se romperá hacia el final, cuando una confrontación general preludie una especie de liberación de rasgos más satánicos que cristianos. Lo que le dota de un empaque especial, es como si un artista danés se adentrase en los confines del terror para hacernos reflexionar sobre la sociedad, la familia y lo más oscuro de cada uno de nosotros.
Pero sin en su planteamiento narrativo la obra se muestra como un trabajo complejo y maduro que se aleja de la ópera prima teen de terror habitual, es el plano estético donde se completa y se roza el sobresaliente. El realizador logra conservar cierto registro realista e íntimo que juega con una dimensión fantástica que se desliza provocativamente desde planos de sutil erotismo, a veces desde cuadros vivos con referencias no tan veladas a los monstruos de Goya, o con oscuridades profundas y sangrientas de carnales sutilezas que hubieran agradado a Caravaggio. Todo para mostrar sin complacencias los perversos resortes que anidan en una familia obsesionada con la pureza.

Todo esto, nos demuestra que el cine sigue en forma y que las nuevas generaciones aún tienen mucho con lo que sorprender.

Galería de imágenes de Anya Taylor-Joy

Ahora os dejamos con una galería sexy in hot de Anya Taylor-Joy, joven actriz protagonista que se destapa como una de las grandes esperanzas de los próximos años gracias a unos registros interpretativos que sorprende para su edad y una belleza de esas no canónicas que terminan imponiéndose ante tanta vulgaridad.

Por lucenpop

Autor y director de las webs: Videoclub CinematteFlix, Lucenpop y Passionatte