Antes del MeeToo, antes del empoderamiento, antes de la mentira de los partidos políticos y antes de la falsedad de las televisiones que abogan por la liberación y la igualdad de la mujer mediante la voz y la imagen de una exhuberante presentadora de grandes pechos y labios mientras guardan las feas en el armario para que nadie las vea. Antes de todo eso, existió un director de cine llamado Manuel Mur Oti que dedicó toda su obra a elogiar a eso, al mundo de la mujer. ‘El Batallón de las Sombras’ es su mayor alegato por el empoderamiento femenino que jamás se ha hecho y estamos hablando del año 1957.

Aquí el tema es la mujer. Las mujeres. Esas criaturas vulnerables y sin ningún valor, innecesarias, anexos de los animales que dominan el mundo: el hombre. Así nos lo dice el narrador que rompe la cuarta pared al principio y al final de la película, en un sarcasmo ácido y claramente crítico hacia ese pensamiento que antes que machista yo prefiero llamar misógino. ¿Qué papel tenemos las mujeres en el mundo? ¿A qué podemos aspirar? ¿Qué es, en definitiva, ser una mujer?

En «El batallón de las sombras» podemos encontrar diferentes respuestas, la mayoría contrarias a lo que la opinión pública dicta en la actualidad. La mujer de «El batallón de las sombras» muestra una ambivalencia que me parece necesario destacar: es una mujer que en todo momento se divide entre lo pasivo y lo activo. Es una mujer que puede que no domine la vida pública, pero sí la privada, la del hogar, la del vecindario, la de la escalera, la de los hijos, la de los maridos y amigos, la de la conciencia y la moral. El hombre batalla fuera, sí, y hasta muere fuera, pero la mujer batalla dentro en una labor que otros se han empeñado en quitarle mérito e importancia, cuando es fundamental, imprescindible. Las mujeres de «El batallón de las sombras» pueden vivir perfectamente sin un hombre, algunas lo demuestran y de otras lo intuimos, pero ¿ellos podrían vivir sin una mujer? Lo dudo. Cierto que hoy día se pide más y sencillamente se pide que la mujer batalle en primera línea y se desvincule totalemente de la sombra del hombre pero, estamos hablando de la España franquista de 1957 y estamos hablando que Mur Oti ya había realizado antes 5 películas donde la mujer era totalmente protagonista. Si alguna activista femenista famosa con poder mediático descubriese la obra de este genio gallego, seguro que a dis de hoy o más bien en un día como hoy 8 de marzo, sería elogiado como el gran abanderado del día de la mujer y más concretramente con esta imprescindible obra del cine español.

En la película se cuenta la historia de varias mujeres de distintas edades y las vicisitudes que tienen que acarrear, la mayoría por culpa o a consecuencia de los hombres que las rodean. A fin de cuentas, son mujeres enamoradas, y eso también hay que tenerlo en mente a la hora de juzgar el comportamiento más o menos correcto de estas señoras. Mi historia preferida es la de Lola, con una guapísima y carnal Emma Penella, que despertará en nosotros una ternura infinita. Una historia triste y bella que de verdad me hace llorar, y mucho.

Hoy día y para algunos, Oti quiere hacer pasar por homenaje lo que en realidad es un llamamiento a la mujer para que lleve con resignación, incluso orgullo, una vida de sacrificio en favor del hombre. La falsedad parte ya de la estructura del relato, con varias parejas en las que la esposa realiza las tareas de la casa, cuida de los hijos y aún aporta dinero cosiendo y planchando para fuera, mientras el marido se pasa el día lamentando su mala suerte. Y quizás haya algo de razón en esta afirmación pero repito que a esos algunos se les olvida que este filme se estrenaba en cines en la España franquista de 1957 así que intentar criticar este homenaje a la mujer por parte de Oti y más cuando como hemos dicho toda su obra se centra en la mujer, me parece más un error cultureta que un acierto honesto.

Así por tanto, juzgar una obra de arte, como esta, según que se entienda que es misógina o no es no entender el arte. Cada época tiene sus prejuicios, sus tópicos. Además no es verdad que aquí las mujeres salen malparadas. Al contrario, son los hombres los que viven a costa de ellas.
Pero eso es lo de menos. Lo de más es cómo está rodada, cómo dirige a los actores y actrices, cómo nos mete en esa casa donde cada vecino tiene una historia interesante. ¡Y qué actrices y actores! Con un oficio como el que ya apenas se ve, salvo de cuando en cuando.
La fotografía, los encuadres, la decoración, los detalles…. y sobre todo el prodigio de la composición grupal o coral del filme. Todo cuidado al máximo.
Eso es el cine, invención, lenguaje.
Grande Mur Oti.