Crítica: THE HUMAN CENTIPEDE 2-FULL SEQUENCE, de Tom Six

Tom Six vuelve a ofrecernos una película no apta para mentes sensibles.

A continuación, nuestra crítica.


Crítica: THE HUMAN CENTIPEDE 2-FULL SEQUENCE, de Tom Six

THE HUMAN CENTIPEDE 2: FULL SEQUENCE

Tom Six y sus obsesiones

Martin es un agente de seguridad de un parking de Londres. Su vida discurre entre el trabajo, donde ve todos los días la famosa película ‘’The human centipede’’ con la que está obsesionado, y su casa, donde vive con la madre, una madre que lo odia y que quiere que vuelva su marido de la cárcel. Pero una día decide llevar su obsesión más allá de la imaginación…

Que Tom Six está como una cabra, si, eso ya lo sabemos todos. Que sus películas son enfermizas, si, todo el mundo parece huir al escuchar las palabras prohibidas, ‘’cienpiés humano’’. Pero cómo lo adoro. Bueno, si y no. A ratos. Es un provocador, y como tal, no hay que hacerle mucho caso. Con The human centipede (2009) perpetró una de las películas que más me haya calado en los últimos años, no os confundáis, es de obligado visionado, muchos no verán nada en ella, pero Tom Six creó, casi de forma quirúrgica, un personaje único, entrañable, grotesco, maniático. El doctor Heiter estaba tan bien construido, y tan bien interpretado por el actor Dieter Laser que llegaba a traspasar la pantalla y lograba, en ocasiones, amarlo, odiarlo, estremecernos, o incluso reírnos con él. Probablemente el éxito de la cinta tuviera que ver con el morbo que provocaba el visionado de un tráiler, cuanto menos, tramposo, y lo que muchos se esperaban como una asquerosidad puramente gore, en realidad a lo que asistían es a todo un ejercicio de estilo, una declaración de intenciones del mismo director, donde el minimalismo y la pulcritud servían como escaparate para una reflexión acerca de nuestra sociedad esquizofrénica, llena de grises y múltiples ambigüedades, donde nada es lo que parece, y las obsesiones se adueñan de nuestra personalidad. Sin embargo, y a pesar de la decepción de muchos tras ver que no era casi nada sangrienta, Tom Six decidió seguir con este tema, con el que encontró bastante rentabilidad, y así nos llegó The Human Centipede 2: Full Sequence.

¿Para qué negarlo? Alabo la primera película, me parece una jodida maravilla de lo macabro. No así la segunda, que podría habérmela ahorrado, y es que esta vez, el director parece tirar la casa por la ventana en lo que a medios técnicos se refiere, todo es más grande, más gente, más muertos, más sangre, más vísceras, y en definitiva, una meada fuera de tiesto respecto a la primera película, una meada con sangre, de las que duelen. Si en la obra original teníamos un personaje hipermaníatico y ordenado, esta vez, Tom Six ha preferido recorrer un camino hacia lo repugnante, lo sucio, lo fétido, con un protagonista que no habla nada, un tal Martin, interpretado por un desconocido Laurence R. Harvey, que impone más con sus miradas y gestos, por sus fantasías y sus traumas evocadores a una etapa infantil perdida, un engendro fastuoso salido de un esplendoroso casting que, si no fuera por un guión mediocre, casi chusquero y ciertamente, tramposo en su final, se hubiese convertido en todo un personaje como su homónimo. Rodada en blanco y negro, casi siempre tirando de planos picados (curiosamente, al contrario que la primera entrega), la película es una zafiedad tras otra hasta un último cuarto de hora no apto para estómagos delicados, porque lo sucedido en pantalla es una diarrea mental y enfermiza que ni siquiera el mío pudo resistir tal escenario, a pesar de haberme tragado muchísimas películas del género.

Lo poco interesante del film es cómo Tom Six presenta desde el minuto uno la acción, a modo de ensoñación (y ahí radica la trampa tonta del guión), no sólo por la música inquietante, sino por el aspecto del personaje principal, un hombre gordo (que no grueso), con unos ojos claros y saltones, con mirada perdida en el infinito, un tipo que está obsesionado con la primera película del director, que deja entrever una absoluta masturbación metacinematográfica a sí mismo y evidencia quién es el que está tras las cámaras. Sin embargo, y al contrario de lo que pasaba en la primera entrega, y como ya he mencionado, el guión se desinfla por momentos, no ya por tirar de recursos típicos para describir a nuestro psicópata (problemas de infancia y sombra puñetera de la madre), sino porque los secundarios apenas tienen peso en la trama, tan sólo sirven de carne de cañón, no hay arco de transformación en ningún caso y Tom Six no me está contando nada con esta película, sólo nos refleja la mente paranoide del que podría ser el vendedor de la tienda de la esquina o el tipo del parking, consiguiendo con ello un producto vacío, sucio, viscosamente sangriento y con muy mal gusto. Mala, muy mala. Y todavía falta la tercera parte, prevista para 2013 y que será el final de todo esto. Aún así, desde aquí reivindico el visionado de la primera entrega de la serie, que es un jodido peliculón.