Netflix lleva haciendo atrocidades fílmicas desde que llegó, pero quizás sea la segunda entrega de El Principe de Zamunda su mayor crueldad cinematográfica, al menos hasta la fecha. Pero, de sabios es rectificar y así que, Netflix se redime trayendo ante nosotros la cuarta entrega de Superdetective en Hollywood, algo que Hollywood nunca se atrevió a realizar pero que la firma de la N sí que se ha atrevido y por fin, se hace justicia a esta genial saga que tanto gustó en los 80s.
No estamos ante una superproducción a lo Tony Scott como fue la segunda entrega pero, dentro de sus limitaciones, Netflix no ofrece una cuarta entrega recien salida de los 80s. En El Principe de Zamunda, Netflix decidió modernizar y traer un film de plástico digital en 4K con el woke por bandera donde ni los nuevos personajes ni los antiguos, tenían nada que ofrecer, un desastre solo tan grande como la barriga de Eddie Murphy en aquella humillación ochentera. Pero como decimos de sabios es rectificar y por eso ahora Murphy y compañía han decidido dejar wokes y modernidades para ir a lo que tanto gustó en los años 80s, es decir a Eddie Murphy usando su verborrera para salir de situaciones, momentos gamberros de los que avergonzarse y, persecuciones a lo bestia esta vez incluso con tres, una de ellas con una calidad de sobresaliente.
Y no solo es que el gran Axel esté de vuelta a lo grande, es que también lo hacen casi todos los compañeros de reparto y además para los que quieran disfrutar de la risa doblada de Axel, decir que en España ha sido doblada por Juan Fernández. Y claro, como telón de fondo, la música original de la franquicia creada de nuevo a base sintetizadores.
Mark Molloy, es un novato director que lo clava en esta entrega, no destacada por nada propio pero sí, por plasmar el estilo habitual de las dos entregas originales por lo que tenemos un poquito de Martin Brest y un poquito de Tony Scott siempre con respeto y sin querer hacerse notar.
La película no llega al nivel de la del 84 y 88 pero, supera a la tercera entrega donde John Landis no dio en el clavo. Por supuesto, Eddie Murphy es clave para que todo funcione y vuelve a estar en pleno apogeo. El actor se ve acompañado casi por cameos por sus dos viejos compañeros pero son su hija y un joven detective quienes hacen de verdaderos secundarios y lo hacen a la perfección. El momento Mee Two no es impostado y la actriz Taylour Paige realiza un magnífico personaje como hija de Foley. Gordon-Levitt nunca falla y también está perfecto y quizás sea Kevin Bacon el más flojo de las incorporaciones pero tampoco es algo para arruinar la entrega.
Las persecuciones están filmadas con estilo ochenta y son perfectas, todo se ve, se sigue y se siente emocionante y real (con coches y choques reales dejando lo digital para maquillar detalles), sobre todo la última de las tres persecuciones. Los chistes de Foley y situaciones sin estar al nivel de las dos clásicos, siguen funcionando como lo hace Murphy en un perfecto estado físico nada que ver con su aparición en Zamunda.
Por lo tanto Netflix se redime y da por fin placer a los amantes de cine más veteranos, hartos de modernidades banales y deseosos de algo más de cine y menos meme youtubesco.