Extremadamente peligrosa (1993): cuando el videoclip se volvió drama materno
Hay algo extraño y casi conmovedor en Extremadamente peligrosa (The Real McCoy), ese thriller criminal con alma de melodrama maternal que dirigió Russell Mulcahy en 1993, justo cuando el cine de acción noventero aún se debatía entre los excesos del videoclip y el regreso al clasicismo. Lo más sorprendente del film —más allá de sus robos, persecuciones y giros de guion— es que Mulcahy, el mismo arquitecto visual de Los inmortales y de los vídeos más eléctricos de Duran Duran, opta aquí por un tono más contenido, casi serio, que descoloca y seduce a partes iguales.

Entre el robo y el secuestro: un cóctel poco común
La historia combina el atractivo del cine de atracos con un drama íntimo de redención maternal. Kim Basinger interpreta a una ex ladrona profesional que intenta rehacer su vida tras salir de prisión, mientras lucha por recuperar la custodia de su hijo. Pero como buena heroína atrapada en una red de chantajes, debe dar un último golpe para liberar a su pequeño de las garras de los villanos de turno. Es un argumento que podría haber derivado en la caricatura o el sentimentalismo fácil, pero Mulcahy mantiene el tono anclado en una dignidad extrañamente melancólica.
Curiosamente, solo el personaje de Val Kilmer —carismático, irónico, casi autoparódico— recuerda al cine ligero y socarrón que dominaba la cartelera de aquel año. Él es el alivio, el comentario cómplice, la sonrisa que equilibra el gesto tenso de Basinger. Sin él, todo podría haber sido demasiado seco; sin ella, demasiado frívolo.
Kim basinger: el núcleo emocional del film
Kim Basinger, aún en la cima de su esplendor físico y actoral, ofrece una interpretación entregada, sólida, sin fisuras. Hay algo en su rostro que conjuga vulnerabilidad y temple, algo que dota de verdad emocional incluso a los pasajes más inverosímiles del guion. Su presencia ordena el film, lo centra. Es su mirada la que ancla el tono dramático que Mulcahy intenta mantener a flote entre tanto contraluz y lente angular.

Ella no se limita a ser la femme fatale o la madre doliente; encarna ambas cosas, y más. Es una mujer atrapada entre dos mundos —el pasado delictivo y la esperanza de una vida limpia— y ese dilema se refleja en cada gesto, en cada palabra que pronuncia con esa voz quebrada que parece salir de otra década.
Mulcahy: el esteta que aprendió a contenerse
Mulcahy, siempre aficionado a los excesos formales, deja aquí algunas pinceladas de su estilo reconocible: contraluces dramáticos, encuadres osados, planos picados y contrapicados que remiten a la estética del videoclip ochentero. Pero hay algo más comedido en su mano, como si estuviera ensayando otra forma de narrar. No se abandona al barroquismo, sino que lo dosifica, lo sugiere. Se percibe un deseo de que la historia, y no la forma, sea el centro. No siempre lo logra, pero el intento es digno de mención.
Un thriller menor con aroma a film perdido
Visto hoy, Extremadamente peligrosa tiene el encanto de esas películas menores que no prometen más de lo que pueden dar, pero que poseen una dignidad intacta. No emociona hasta las lágrimas, no sorprende con giros brillantes, pero tampoco decepciona. Se sostiene por la actuación central de Basinger, por el tono sobrio que evita la vulgaridad, y por ese aire de película olvidada que merecería algo más de atención.
Es un ejemplo curioso de cómo el cine comercial de los 90 aún podía permitirse un grado de seriedad emocional sin renunciar al entretenimiento. Una joya tenue, tal vez, pero con reflejos que siguen brillando si uno sabe mirar.