Tras su paso por el “South by Southwest” dentro de la sección «Headliners» esta semana ha aterriza en nuestra cartelera “Hardcore Henry”, un producto trash de serie B del que nos hacemos eco y crítica para que sepáis ante que nos encontramos.

Puntuación: **
Visual: **
Narrativa: *


Bekmambetov, un astuto productor

Cuando escuchamos este nombre de origen ruso, ya sabemos que nos vamos a encontrar un producto hiperbólico, una exagerada producción visual en la que poder romper los límites de lo canónico y de lo establecido. Y sencillamente, este es el problema o el acierto, según se mire, de la ópera prima escrita y dirigida por Ilya Naishuller, que ha contado con la producción del citado Timur Bekmambetov, auténtica máquina de crear vehículos de entretenimiento adrenalínicos carentes del menor sentido como ya vimos en su día con “Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros” o Wanted. 
Naishuller apuesta por ofrecernos un salvaje paseo por Moscú y suburbios de la mano de Henry, un ciborg que es despertado por una ingeniera, que dice ser su esposa. Cuando se dispone a realizarle los últimos ajustes de sonido con sus compañeros de laboratorio, el mafioso Akan irrumpe en las instalaciones, secuestrando a Estelle y matando a sus compañeros. Akan, aparte de mafioso es un mercenario que quiere dominar el mundo con un ejército de soldados como Henry. Tras esto, la caza comenzará… 

¿Orgasmo adrenalítico? 

Como en el aspecto narrativo no vemos nada peculiar, preguntaréis dónde está el truco de esta cinta para poder tener crítica semanal en nuestra web. Pues bien, la respuesta es bien sencilla: la cámara subjetiva. 
Y aquí es donde reside la gracia o desgracia del asunto. Si el cine había cogido prestadas ideas del videojuego para su peculiar navegar hacia nuevas fronteras narrativas y de entretenimiento, ahora no coge simples ideas como trazo o complemento sino que recurre a la cámara subjetiva como epicentro de toda la función. Como sabemos la cámara subjetiva o 3D es desde Wolfesntein y Doom (hubo ejemplos anteriores pero no tan mediáticos), el punto elegido para uno de los géneros estrella del videojuego, el \’shooter 3D\’.
Ahora ese curioso e inmersivo punto de vista que tan bien funciona en los videojuegos, es adaptado a un medio en el que no es tan fácil encuadrarlo.
Yendo directamente a Hardcore Henry, decir que a pesar de que es un filme que podríamos encuadrar en el género de la fantasía y la ciencia-ficción, es de ley reducirlo al campo de la acción porque su creador no explora ningún aspecto fuera del mero hecho de la acción. 
Estamos ante un filme conciso que no se anda por las ramas, y la trama es lo de menos. El guionista y director huirá de todo lo superfluo, acudiendo a la esencia: los puñetazos, los efectos especiales, las coreografías, larguísimas persecuciones y violencia sangrienta y sobre todo la pericia técnica de ser capaz de dominar la cámara subjetiva como no se había visto hasta ahora. 

Los personajes son meros vehículos, carecen de tridimensionalidad o arco psicológico. Solamente proponen al espectador unas relaciones básicas para que los personajes vayan pasando de ventana en ventana, superando las sucesivas pruebas. De hecho, algunos aparecerán de forma súbita e ilógica, como por ejemplo Jimmy, al que da vida Sharlto Copley, actor fetiche del realizador sudafricano Neill Blomkamp. Que nos ofrece su interpretación más histriónica hasta el momento.
Lo más destacable de la cinta además de por supuesto la mil veces citada cámara subjetiva, son sus localizaciones, el mostrarnos esa decadente Moscú, esos bajos fondos, donde el director aprovecha para obtener momentos muy impactantes sacados de esta nueva tendencia visual conocida como generación MTV. 

Un vídeojuego que no lo es

Así, si en el campo del videojuego el público se queja de productos como Beyond to soul donde la narrativa devora la esencia de la jugabilidad para dejar un producto foráneo y aclimático, lo mismo podría hacer el público cinematográfico de un film que ursurpa las leyes establecidas. Y es que, en Hardcore Henry, el espectador no juega, no decide, así que estamos ante un vídeojuego interruptus, o un vídeojuego para vagos. 
Y en ese punto nos encontramos. Estar ante una película que detestaran los canónicos del cine y despertará interés entre los que buscan nuevas y atrevidas ideas. Aunque por supuesto, no enamorará a nadie ya que no hay virtud fílmica más allá de la curiosidad de poder estirar un cortometraje a largometraje. 
Así que Cinematte ha decido realizar crítica semanal porque considera este film como un ente curioso, pero, si queréis esperar a su estreno en DVD o a su pase televisivo, tampoco os perdéis nada que merezca la pena.
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