‘El Juego del Calamar’ es el ejemplo perfecto del declive artístico y por tanto cultural que está sufriendo el cine debido al auge de las series estilo “Netflix”.

Estamos ante el gran fenómeno de lo que poco que va de década, su éxito es tal que recuerda a aquello que se produjo con el videojuego Pokemon Go, el cual era protagonista diario de todos los medios de comunicación ya fuesen “serios” o chistes.

Como ocurrió entonces, todos los días hay cientos de noticias sobre ‘El Juego del Calamar’ en su mayoría estupideces pero da igual, todas esas noticias excepto esta que estoy escribiendo, sufren de ese efecto magnético que tiene el querer estar a la moda para poder hablar en las reuniones con amigos. Lo curioso es que aunque la serie es protagonista diaria de los medios de comunicación y de las reuniones sociales, en el fondo nadie habla de cual es el verdadero valor artístico de este enorme éxito, en caso de tenerlo.

Y esto es el reflejo perfecto de la actual estupidez humana y el ejemplo perfecto también de que en la fama ya no es importante el hecho de porqué se ha conseguido, sino simplemente el hecho de que se haya conseguido. Hace años ser alguien famoso o ser una película famosa llevaba implícito en ello el llevar algo de valor. Se podía ser famoso por ser un gran músico o se podía ser famosa por ser una magistral película. Hoy día la importancia de la fama reside únicamente en ser eso: ‘famoso’, dando igual si se es por ser premio Nobel o simplemente un elemento más de ‘Salvame’ o YouTube.

Y eso es lo que pasa con ‘El Juego del Calamar’, que la gente quiere verla no porque se haya corrido la voz de que es una estupenda serie como ocurrió en el caso del ‘Chernobil’ de HBO, sino simplemente se quiere ver porque es la serie de moda y da igual que está sea buena, mala o nefasta.

Para finalizar decir que aunque no le importa a nadie, ‘El Juego del Calamar’ no es una buena serie, es simplemente una serie vulgar que consigue su éxito gracias al uso gratuito de la violencia, algo que por cierto es ya la fórmula del cine coreano desde que Park mostrase un plano secuencia en un pasillo donde un tío reventaba cabezas con un martillo. Nunca olvidemos también que aunque ‘Parásitos’ es una buena película, su éxito de masas no es por este detalle sino únicamente por ese salvaje final que recuerda al Kubrick más radical de La Naranja Mecánica.

Desde aquí solo decir que ya que gusta tanto la violencia, pues que le den por culo a toda esa masa de gilipollas que es ese nuevo espectador nacido del coño de Netflix.

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