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Entre el surrealismo, lo prohibido, lo soñado, lo cómico, lo atrevido y la crítica, deambula, camina y trota una de las películas clásicas más atípicas de la historia del cine.

John Ford consigue con El Hombre Tranquilo una pieza única, fuera quizás de su tiempo y fuera también de nuestro tiempo, lo que quiere decir que no encaja en nuestro tiempo real y quizás pertenece más a ese limbo temporal donde Loki busca a su otro Loki para restablecer el orden del tiempo dictado por los señores del mismo.

Como un Endgame en modo Tanos, pero pintado a mano, El Hombre Tranquilo destapa en su imagen todo el colorido que el cine sólo nos da hoy día con técnicas digitales y artificiales como Disney demostró en el epilogo de Los Vengadores. Pero, si esta se veía rara en su concepción del tiempo y el espacio, lo mismo hace la obra de Ford pero no desde su interior o desde su guión, sino desde su exhibición. Hoy día puede parecer un filme arcaico en el planteamiento del amor y de la relación hombre y mujer pero, en su día quizás también estaba fuera de tiempo al mostrar el deseo de la individualidad y la independencia que reclama el personaje de Mauren siendo esta un ejemplo adelantado de poder #MeToo. Pero aún así como decimos, puede parecer o quizás lo es, sexista, machista o feminista según sea su año de contemplación y esto es lo que hace que El Hombre Tranquilo sea una película especial como lo es su puesta en escena y su color, o como lo son sus dos besos.

En lo único que no varía es que esta película pertenece a ese grupo de obras maestras imprescindibles que todo el mundo debe ver le guste o no lo que se cuenta y como se cuenta. Y si alguien quiere saber a qué género pertenece que no lo pregunte porque no hay respuesta. ¿Y si sencillamente solo fue y es una película sobre el boxeo?..