Hay veces que sabemos más de la historia extranjera que de la propia. Si que quien más quien menos que viva en la ciudad condal ha escuchado hablar de la vampira de Barcelona o la vampira de El Raval, pero es en los detalles cuando la historia va hacia un lado o hacia otro. En La vampira de Barcelona ahonda en su vertiente más conspiranoica y se atreve a rellenar muchos huecos de la historia real con unas hipótesis, que dentro de su lógica, son conjeturas.
Barcelona, año 1912. La ciudad se divide en dos sociedades, la burguesa y la plebeya. Unos son poderosos y dueños de todo, y los otros totalmente a merced suya. Sebastià Comas es un periodista que se encarga de escribir sobre la desaparición de la pequeña Teresa Guitart, hija de padres ricos. Pero cuanto más investiga sobre el caso, más ahondará en una ciudad que no conocía, una enferma, déspota y dispuesta a cualquier cosa por los placeres más banales.
Película con aire noir y una estética más que particular. Son decisiones que se toman cuando el presupuesto no da para recrear una ciudad más de cien años atrás, pero que pasada la sorpresa inicial acaba sumándole a la historia. Creo que no a todo el mundo le gustará pues es realmente arriesgada, la mayoría de los escenarios recuerdan a escenarios teatrales y algunos personajes lucen máscaras como si de sus caras se tratase que, pasado el primer susto, hace bastante gracia. Aún así el capturar Barcelona como una ciudad victoriana y contar una historia como si se estuviera contando la historia de Jack, El Destripador es todo un acierto y una auténtica sorpresa. En el campo negativo creo que el argumento no daba para una película tan extensa, aunque siempre es interesante (una vez más, por su curiosa ambientación) la trama se detiene por completo llegados a un punto y gira como una peonza sobre el mismo punto una buena parte de su duración, lo que puede rozar el aburrimiento sin llegar a ser un problema serio.
Dirige Lluís Danés en su primer largometraje, anteriormente se ocupó de una serie de televisión y un par de documentales. No se puede rechazar la idea de que La vampira de Barcelona es una producción destinada a la televisión más que al cine, es por eso que hay que tener en cuenta un presupuesto bastante limitado pese a que se hacen malabarismos estéticos para que luzca lo mejor posible pero sí que hay cierta repetición de escenarios que alimentan la idea de, como decía antes, una cierta sensación de estancamiento argumental. No obstante es un acierto haber apostado por una película visualmente potente, en especial la escena en el burdel que se convierte en un Horror Show con todas las de la ley, y se desarrolla una imaginación centrada en imágenes potentes. En cuanto a la trama, y por supuesto sin entrar en spoilers, la película opta por, en vez de contar la historia más “oficial” se centra en la historia más profunda y escondida, no digo que sea incorrecta, pues no lo se pero es evidente que por allí tenían que ir los tiros, pero creo que es un error que la misma película de por ciertas sus conjeturas y no la haya concluido de una manera algo más ambivalente. Protagoniza Roger Casamajor (El Laberinto del Fauno, Pa Negre) como el valiente periodista, con un personaje algo estereotipo pero que cumple sobradamente como protagonista. Destaco también a Nora Navas como la vampira, un personaje con pocas escenas pero todas ellas con una carga dramática altísima y una interpretación perfecta.
La vampira de Barcelona es una película extraña, pues repito una vez más, que la apuesta tan peculiar de su estética la capitaliza totalmente, pero que si se entra en la historia y se perdonan algunos problemas de ritmo es un thriller oscuro y violento más que recomendable.