Los Óscar y el distanciamiento del cinéfilo clásico: el ocaso de una celebración del lenguaje cinematográfico
Por más de nueve décadas, los premios Óscar fueron considerados la cúmbre de la excelencia cinematográfica. Eran la ocasión ideal para que los cinéfilos de todo el mundo celebraran el lenguaje del cine: su forma, su estilo y su capacidad para conmover, cuestionar e innovar. Sin embargo, en la última década, esta celebración parece haber cambiado de rumbo, alejándose del corazón del arte cinematográfico para convertirse en un escenario donde agendas políticas y sociales toman protagonismo. Este cambio ha generado un creciente distanciamiento entre los premios y el cinéfilo clásico, que percibe que los Óscar han dejado de rendir tributo al cine en su esencia.
El lenguaje del cine eclipsado por el discurso extracinematográfico
La evolución del cine ha estado siempre acompañada por un diálogo con la sociedad; el arte nunca ha existido en un vacío. Sin embargo, lo que otrora era un equilibrio entre el contenido y la forma, entre el mensaje y su expresión estética, parece haberse inclinado desproporcionadamente hacia el contenido ideológico. Las nominaciones y premiaciones recientes se han caracterizado por priorizar temas que responden a las agendas sociopolíticas más urgentes y populares del momento, dejando en segundo plano la discusión sobre la innovación formal, la originalidad narrativa y la exploración de las posibilidades del medio.

Por ejemplo, obras de una calidad técnica y narrativa incuestionable han sido desplazadas en favor de producciones cuyo principal mérito parece ser el de abordar temas políticamente relevantes. Esta situación no desmerece la importancia de dichos temas, pero sí plantea una pregunta fundamental: ¿son los premios Óscar aún un reconocimiento a la excelencia cinematográfica, o se han convertido en una plataforma para validar discursos externos al cine como arte?
La pérdida del enfoque universal del arte
El cine, como cualquier otra forma de arte, tiene la capacidad de trascender fronteras y resonar con audiencias de diferentes culturas y perspectivas. Pero el giro hacia un énfasis excesivo en los contextos sociales y políticos específicos ha erosionado esta universalidad. Cada vez más, las decisiones de la Academia parecen estar guiadas por el deseo de alinearse con corrientes ideológicas contemporáneas, lo que puede alienar a aquellos espectadores que buscan en el cine una experiencia estética, emocional y narrativa antes que una reafirmación de valores o posturas particulares.
Esta tendencia también ha llevado a que los debates en torno a los Óscar giren más en torno a la «representación» que al «logro cinematográfico». Así, se ha desplazado la conversación sobre los planos secuencia de 1917, el tratamiento del color en El hilo fantasma o la narrativa no lineal en Moonlight, para centrarse en cómo estas obras responden o no a ciertos criterios sociales.

La percepción del cinéfilo clásico
Para el cinéfilo clásico, el cine es ante todo una forma de lenguaje. Su interés radica en la exploración de la imagen, el montaje, la puesta en escena y la narrativa como herramientas para generar una experiencia única. Este espectador busca la innovación formal, la evocación de emociones profundas y el descubrimiento de nuevas perspectivas visuales. Cuando estas cualidades son relegadas por criterios ajenos a la forma y el lenguaje del cine, el espectador experimenta una sensación de desilusión.
Además, el ritual de los Óscar, que alguna vez fue un espacio de confluencia para celebrar el arte cinematográfico en toda su riqueza, se ha convertido en un escaparate de tensiones y divisiones. Las ceremonias de premiación ahora parecen generar más titulares por los discursos políticos de los galardonados o las controversias sobre inclusión, que por el cine mismo.
Una oportunidad para la reflexión
Esto no implica que los Óscar deban ignorar las preocupaciones sociales y políticas de nuestra época. Al contrario, el cine puede y debe dialogar con su tiempo, pero este diálogo debe ser orgánico, nacido de la expresión artística y no de la imposición de criterios externos. Los Óscar tienen la oportunidad de redirigir su enfoque, equilibrando el reconocimiento de las obras que abordan temas relevantes con aquellas que destacan por su maestría en el arte cinematográfico.

En un momento en que la industria del cine enfrenta cambios drásticos debido a las plataformas de streaming y la crisis de las salas tradicionales, los premios Óscar podrían recuperar su lugar como faro de excelencia artística si se reencuentran con el lenguaje propio del cine. De lo contrario, seguirán alienando a un público que añora que el cine sea el verdadero protagonista de su gran noche.