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Todo pintaba a desastre y de hecho hasta su estreno fue un desastre. El «Anderson» malo y su bella esposa volvían a la carga con la adaptación de un videojuego y si ya sufrimos con algunos episodios de Resident Evil, la cosa no pintaba mejor. Pero por suerte sí ha sido así.

Monster Hunter no es la mejor cinta de acción del año pero, posee una calidad mucho más alta de lo esperado. Para empezar el tono serio hace que la película abandone el absurdo actual y el entretenimiento seguro que despiertan sagas como Fast & Furious. Eso ya le aporta valor pues es más difícil que llegue al estúpido público actual.

A nivel de puesta en escena y producción está claro que la película se sustenta bajo el cgi pero, ha sido tratado con un mínimo de respeto para que encaje con el tono serio ya mencionado. Así, algunos decorados lucen bastante realista y todo lo relacionado con el armamento de «nuestro» mundo, es decir, vehículos terrestres y aéreos, no llega a cantar en exceso. Quizás las criaturas son lo más flojo en término de realismo pero hay que tener que no estamos ante una producción triple AAA. La historia es una simple escusa para disfrutar de las bestias y el mundo de Monster Hunter pero, los dos protagonistas principales, acaban teniendo un peso relativo y un contrapunto entre ellos que los termina haciendo interesantes para el espectador (siempre hablando dentro de la serie B comercial).

En definitiva, la película termina siendo muy entretenida como divertimento veraniego, su tono es acertado, su producción bastante aceptable y hasta su dirección puede ser disfrutable en algunas de las caóticas escenas de acción. Por supuesto no es una obra imprescindible de la acción ni mucho menos pero, no es el desastre que se esperaba. Eso sí, los pelos rubios de «Hellboy» se los podían haber ahorrado.