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Los bárbaros (1987): el eco del músculo y la espada en un mercado saturado
En el subgénero de la fantasía heroica, pocas obras han logrado sobrevivir al paso del tiempo con la frescura y la elegancia de los relatos originales que las inspiraron. Los bárbaros (1987), dirigida por Ruggero Deodato, se inscribe en una tradición de cine italiano de explotación que supo aprovechar las tendencias de Hollywood con resultados variopintos. En este caso, nos encontramos frente a una cinta que, si bien intenta capitalizar el éxito de Conan, el bárbaro (1982) de John Milius, no alcanza ni la ambición narrativa ni la profundidad estilística de aquella obra seminal.
El pastiche de la épica y el músculo
La película narra la historia de dos hermanos gemelos, Kutchek y Gore, interpretados por los fisicoculturistas David y Peter Paul, quienes buscan vengar la destrucción de su tribu a manos del tiránico Kadar. Con un argumento que se reduce a un esqueleto narrativo funcional, la obra recicla los tropos clásicos de la fantasía heroica: la búsqueda de un amuleto místico, la venganza como motor y un desfile de escenarios «exóticos». Sin embargo, lo que en Conan era una exploración del arquetipo nietzscheano del superhombre se convierte aquí en una excusa para peleas coreografiadas de forma rudimentaria y una estética visual de cartón piedra.
La influencia de Conan, el bárbaro es innegable, pero mientras la cinta de Milius se apoyaba en un guion trabajado, una fotografía evocadora de Dean Semler y la majestuosa banda sonora de Basil Poledouris, Los bárbaros opta por un enfoque más burdo. Su narrativa está plagada de diálogos forzados, actuaciones caricaturescas y un diseño de producción que, aunque vibrante en colorido, carece de cohesión estilística. Aquí podemos observar un paralelismo con el cine de peplum italiano de los años 50 y 60, que intentaba replicar las epopeyas hollywoodenses con presupuestos reducidos y un estilo camp. Ver Gratis Los Barbaros 1987
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el toque de deodato: del horror al heroísmo
Ruggero Deodato, conocido principalmente por su controvertida obra Holocausto caníbal (1980), muestra en Los bárbaros una intención de alejarse del sensacionalismo extremo para adentrarse en un género más comercial. No obstante, la falta de un enfoque definido impide que la película alcance su potencial. Si en Holocausto caníbal el director lograba una atmósfera perturbadora a través de un uso ingenioso del realismo y la crueldad, aquí su dirección resulta genérica, incapaz de inyectar verdadero dramatismo o dinamismo a la historia.
Referencias y herencias cinematográficas
La película podría considerarse un eco lejano de obras literarias y cinematográficas más ricas en su exploración de la mitología y el heroísmo. Mientras Robert E. Howard, creador de Conan, dotó a su mundo de una textura filosófica y un trasfondo histórico inventado con meticulosa profundidad, Los bárbaros se conforma con reproducir una fachada superficial de ese universo. En términos cinematográficos, la comparación con Excalibur (1981) de John Boorman resulta inevitable. Donde Excalibur combinaba una imaginería onírica con un estudio introspectivo de los mitos artúricos, Los bárbaros presenta una visión simplificada que enfatiza la acción física por encima de cualquier subtexto. Ver Gratis Los Barbaros 1987
Una obra de su tiempo y su mercado
Es innegable que Los bárbaros responde a un contexto muy específico del cine de explotación italiano, que en los años 80 se encontraba en pleno declive. El éxito de Conan y otras cintas de fantasía como Krull (1983) o La historia interminable (1984) llevó a una proliferación de imitaciones de menor calidad, como Ator, el poderoso (1982) de Joe D’Amato. En este sentido, Los bárbaros destaca por su descaro y por el humor involuntario de las interpretaciones de los gemelos Paul, pero no logra trascender su carácter de producto derivativo.
veredicto
Los bárbaros es una película que fascina más por lo que representa que por lo que ofrece. Es un testimonio del ingenio y las limitaciones del cine de explotación, así como de una época en la que el músculo y la espada dominaban la imaginación popular. Sin embargo, su falta de profundidad narrativa y su torpe ejecución la relegan a ser una curiosidad más dentro del vasto repertorio de imitaciones que jamás alcanzaron la grandeza de las obras que las inspiraron. Como diría Howard en su descripción del bárbaro arquetípico: «Él es libre, pero sólo porque no tiene nada que perder». En el caso de esta película, esa libertad es, paradójicamente, su mayor debilidad. Ver Gratis Los Barbaros 1987.
