La lenta muerte del oeste: ‘The Unholy Trinity’ y la deshonra digital del western

La lenta muerte del oeste: ‘The Unholy Trinity’ y la deshonra digital del western

Hay películas que no nacen, sino que se descomponen desde el primer píxel. The Unholy Trinity, ese duelo impostado entre Pierce Brosnan y Samuel L. Jackson, no es tanto un western como una parodia triste del cadáver cinematográfico del género. No evoca las llanuras, ni el polvo, ni el sonido seco de las botas sobre la tierra resquebrajada del desierto: evoca, más bien, el estertor de una tradición que ha sido reemplazada por su copia más deslavada, renderizada y olvidable.

unholy-trinity-web-717x1024 La lenta muerte del oeste: 'The Unholy Trinity' y la deshonra digital del western

Si el western fue durante décadas una liturgia visual —delicadamente bordada por Hawks, Leone, Ford o Peckinpah— hoy parece reducido a una pantomima amateur rodada con el pulso tembloroso de un teléfono móvil. The Unholy Trinity es el ejemplo perfecto de esta decadencia: una sucesión de planos de videojuego indie con estética de filtro Instagram, que intenta evocar el viejo oeste sin haberlo pisado nunca, sin entender su aire, su peso, su densidad simbólica. El polvo no se huele, el sol no quema, las miradas no cortan: todo parece estar flotando en una nube de píxeles huecos, desprovistos de carne y paisaje.

Donde antes el formato Cinemascope engrandecía los horizontes, ahora el digital barato los encoge. Donde antes la luz natural abrazaba los cuerpos curtidos de los vaqueros, hoy una corrección de color automática simula sin alma los tonos ocres del atardecer. Lo que era rito fílmico se ha transformado en contenido. Lo que era arte, es ahora algoritmo.

The-Unholy-Trinity-002-1024x683 La lenta muerte del oeste: 'The Unholy Trinity' y la deshonra digital del western

No se trata solo de nostalgia: es una cuestión técnica, estética y ética. Durante los años 40, 50, 60, 70 e incluso en los 90, el western fue sinónimo de maestría visual, una forma de entender la luz, el espacio, el montaje y el sonido. Hoy, películas como The Unholy Trinity no solo fallan en la forma, sino que traicionan el fondo: sustituyen la gravedad del mito por diálogos de cómic mal escrito, confunden acción con ruido, y convierten el silencio del desierto en un espacio muerto, sin atmósfera, sin presencia.

Pierce Brosnan, que alguna vez supo sostener un plano con elegancia clásica, aquí parece perdido entre decorados filmados en digital vulgar y gestos que no dialogan con el entorno. Samuel L. Jackson, siempre carismático, aparece como un cameo de sí mismo en una producción que no lo merece, atrapado en un guion que quiere sonar a Tarantino sin saber conjugar ni siquiera la gramática del western más básico.

Unholy_Trinity-1024x576 La lenta muerte del oeste: 'The Unholy Trinity' y la deshonra digital del western

The Unholy Trinity no representa un renacimiento del género, sino su banalización. No hay aquí ni épica ni polvo ni muerte poética. Solo queda un recuerdo lejano de lo que fue el cine del oeste, ahora convertido en fondo de pantalla animado, en eco digital de una era extinta.

Y así, con cada fotograma mal calibrado, con cada plano que no transmite western, Hollywood confirma su conversión definitiva: de fábrica de sueños a refrito de algoritmos. El western no murió a tiros. Murió de píxeles.

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