Esta película es el ejemplo perfecto de lo imbécil que puede llegar a ser un jurado. En 1976, un prestigioso jurado tuvo los “arrojos” de darle el premio a mejor actor secuendario a Arnold Schwarzenegger por su interpretación en ‘El Gran Guardaespaldas’, vista hoy y conociendo a Terminator no tardamos ni 5 minutos en darnos cuenta de la mala interpretación del actor en esta película, es más, posiblemente una de las peores de su carrera y eso es mucho decir. Sin duda Arnold Schwarzenegger tiene unas cualidades y un físico único que lo convierten en una de las grandes estrellas de la historia del cine, pero la calidad como actor no es su fuerte.
Dicho esto vamos a hablar de esta extraña y curiosa película que habla del culturismo de una forma muy peculiar al mezclar, comedia, drama y surrealismo por partes iguales. Bob Rafelson se movió por los terrenos del nuevo cine americano para ofercer una obra inquientante y al mismo tiempo frustrada al no dejar claro porque terreno se quiere mover. El título y la sinopsis son engañosos. La película va de un tipo joven huérfano de una familia rica (un joven Jeff Bridges desatado y carismático) que tiene un vacío existencial. No se toma demasiado en serio su trabajo ni su vida y cuando va a visitar un gimnasio para hacer negocios en su empresa se ve atraído y acaba mezclándose con varios personajes pintorescos del gimnasio que nada tienen que ver con el. Se pilla de la novia de Arnold y deja de ir a su trabajo para dedicarlo a estar con ella sin preocuparse de otra cosa que de vivir el día a día.
La historia es caótica cómo el protagonista y nada se explica demasiado en profundidad. Resulta un entretenimiento sin pretensiones y si se ve sin ninguna expectativa se pasa un rato agradable al ver tanta escena grotesca. Pero claro, esta el detalle del Globo de Oro del amado Arnold, el cual se esfuerza para querer ser buen actor y aunque no lo consigue, es motivo suficiente para que esta película pueda ser degustada por cualquier amante del cine más oculto y sin culto.