Harold Lloyd trabaja en pleno apogeo de su carrera, cuando se disputaba por aquella época el título de » mejor cómico » con el mítico Charles Chaplin.
La historia real de esta peli es muy parecida al argumento que vemos en pantalla, el personaje que hace de compañero de piso de Harold, Bill Strothers se dedicaba en la vida real a escalar edificios, atrayendo la mirada de la multitud de espectadores que lo observaban. En una de estas escaladas a Lloyd se le ocurrió una idea y lo esperó en la parte alta del edificio para ofrecerle participar en una película.
Visualmente el cine desplegado por Harold es de una tremenda calidad, nada se deja al azar. Los movimientos de cámaras con una presición de cirujano, la cual la mayoría de las veces nos lleva a un engaño, muy alejado de la realidad. ( Observad la primera escena de la película ). Todos sus movimientos están meticulosamente estudiados y coordenados, llegando casi a la perfección reflejada en imágenes. Gran mérito en aquella época el no utilizar tanto actor de doblaje como hoy día, ya que en muchos casos se notan los trucos y resta credibilidad al film.
La música también tiene su gran importancia, ya que es el único sonido en este tipo de película no sonora y la cual debe llevar el peso de ella a través de la melodía elegida para la ocasión.
A diferencia del MAESTRO CHAPLIN, donde sus personajes eran de la clase más humilde de la sociedad americana y nunca llegaban a formar parte de ella. Con Harold ocurría todo lo contrario, sus personajes eran el típico americano común de principio de los años 20, con esa peculiar monturas de gafas, peinado a lo Andy García y con sombrero de paja. Personaje que veía posible crecer en la sociedad laboral de los E.E.U.U, a base de esfuerzo, trabajo y sentido de la superación.
De este modo podemos decir que Harold Lloyd es el mago del suspense. Ya sé que ese apelativo es de Hitchcock, pero no recuerdo ninguna peli de Alfredo en la que me haya comido las uñas como cada vez que veo El hombre mosca.
Y es tontería por mi parte, la verdad, porque Harold Lloyd murió unos pocos años antes de que yo viniese al mundo, así que, el hecho de que se estampe o no contra el suelo debería importarme un carajo, pero no, cada vez que veo esta peli sufro por su integridad física, a la par que disfruto del espectáculo. Y si a mi me produce este efecto, a las gentes de la época les debió de dejar infartados.
Esta es una extraña mezcla entre suspense y comedia. Una temeridad por parte de Lloyd que se jugó el tipo, sin trampa ni cartón, y el tipo lo conservó, pero perdió dos dedos de una mano. Aunque no todo el mérito del espectáculo es suyo. En los planos largos Lloyd fue doblado por su compañero de reparto, que tenía gran experiencia en eso de trepar paredes, ya que era popularmente conocido como “el hombre araña”.
Pero, a parte de la famosa escalada, la película está llena de divertidas situaciones, contadas con un magnífico ritmo y amenizadas por la maravillosa partitura de Carl Davis.