Aún recordamos aquellos tiempos en los que un coche salía volando por los aires aterrizaba en suelo y seguía circulando de forma perfecta y todo eso en un mismo plano secuencia. O aquellos tiempos también en los que una heroína se enfrentaba a una reina madre alien de 5 metros de altura la cual estaba allí de forma presente moviéndose perfectamente. Cuando los jóvenes de aquellos años veían o veíamos estas escenas enseguida se creaba un juego detectivesco, era como intentar descubrir un truco de magia complejo, debatíamos como podía estar hecho aquello igual que debatíamos como podía ser que en ‘Regreso al Futuro’ se viesen varios Marty McFly en una misma escena.
Por suerte siempre llegaba alguien con algún tipo de información que nos ofrecía algo de luz mientras conocíamos la existencia de los stunts o especialistas de cine, los animatronic o las pantallas partidas. Era todo un mundo de magia en el que profundizar y en el que apostar. ¿Era la reina madre alien una maqueta reducida o estaba creada a tamaño real? ¿Como el T-800 se arreglaba el ojo en Terminator? Y las batallas espaciales de Star Wars ¿Como se rodaban?
Gracias a la prensa especializada podíamos ir tirando de la cuerda para poder conocer el truco malabar que nos ofrecían los Rob Bottin o los Stan Winston de turno. Industrial Light Magic por ejemplo era un actor más de los 80s del mismo valor para los jóvenes que Stallone, Swcharzenneger o Harrison Ford y luego estaba el Oscar a mejores efectos especiales, era el premio que todos queríamos ver y saber primero por ganar la apuesta y segundo porque en la ceremonia se mostraban escenas que revelaban secretos ocultos del rodaje de esos FX como por ejemplo, la caída de Hans Gruber en ‘Jungla de Cristal’.
Un día el rey de los efectos especiales, James Cameron, nos enseñó como se podía crear agua en movimiento formando una cara, fue algo único que nos sorprendió a todos, lo que no sabíamos en aquel momento es que ese invento llamado cgi iba a destruir todo el valor de los efectos visuales en el cine. Ya nunca más íbamos a ver trucos de trilero, ni nos íbamos a preguntar nunca más como podía hacerse eso o lo otro.
Desde aquel día, la respuesta a los efectos visuales siempre era la misma: todo lo hace un señor delante de un ordenador. Ya no hay alien madre gigantes reales, ni saltos de stunt, ni maquetas que dan el pego, ahora todo es una imagen artificial creada por ordenador ya sea de mejor o peor calidad según el dinero o el tiempo invertido y además, todas se ven de forma, pues lo dicho, artificial.
Con la llegada de internet se acabó la prensa especializada de cine que muto a humoristas streamers y con la llegada del cgi se acabó la magia de los efectos especiales para siempre.
