Con solo 24 años, un James Cameron que acababa de dejar su trabajo como conductor de camiones tras quedar fascinado en 1977 con la primera ‘Star Wars’, dirigió solo un año más tarde y en compañía de su amigo Randall Frakes el que se convertiría en su primer corto. En él volcaría muchas de sus obsesiones con el género de ciencia-ficción y se detectan en sus escasos diez minutos elementos de éxitos futuros tanto propios (‘Terminator’, ‘Aliens’) como ajenos (‘Tron’).

El corto de diez minutos ‘Xenogenesis’ fue financiado con la ayuda de un grupo de dentistas de California que querían desgravar impuestos aforando esta actividad cultural juvenil, e invirtieron 20.000 dólares en el proyecto. El resultado es más un ensayo de largometraje que un corto, una interesante exhibición de efectos especiales caseros, decorados futuristas y una historia postapocalíptica de trasfondo para una aventura que acaba en un cliffhanger. James Cameron no quería contar una historia cerrada, sino atraer a inversores para un hipotético largometraje basado en su historia.