Tesoros ocultos: películas poco famosas que fueron leyendas de videoclub
Entre los pasillos mágicos de los videoclubs, donde las estanterías hablaban y las carátulas eran promesas visuales, no solo vivían los grandes estrenos de Hollywood. En aquel santuario de cintas magnéticas también habitaban criaturas discretas, películas que pasaron desapercibidas en taquilla pero que, en la penumbra del alquiler, se convirtieron en mitos susurrados. Eran obras pequeñas, excéntricas o simplemente adelantadas a su tiempo, que encontraron su hogar y su público entre los devotos del rebobinado.
Aquí celebramos aquellas gemas ocultas que, sin el brillo de la fama, iluminaron la era dorada del videoclub.
Cementerio viviente (1989)
Basada en la novela de Stephen King, esta película no fue un éxito apoteósico en su estreno, pero en los videoclubs se convirtió en un rito casi prohibido. Su atmósfera malsana, sus imágenes indelebles y su culto al terror doméstico la alzaron como un clásico underground que viajaba de mano en mano como un grimorio.
Critters (1986)
Mientras Gremlins arrasaba en los cines, Critters tejía su propia leyenda en las estanterías menos iluminadas. Con su humor gamberro, sus bolas peludas y sus efectos prácticos entrañables, esta saga menor se hizo mayor en el corazón de los alquiladores empedernidos.
El guerrero americano (1985)
Michael Dudikoff y su rostro impenetrable se convirtieron en estandartes de la acción de videoclub. El guerrero americano es puro celuloide de alquiler, una oda al ninja occidental que pasó casi inadvertida en cines pero que fue alquilada hasta desgastar las etiquetas.

Re-Animator (1985)
Stuart Gordon firmó una de las joyas más veneradas por los amantes del terror serie B. No fue un fenómeno de masas, pero en los videoclubs se convirtió en un tótem: quienes la alquilaban la recomendaban como un secreto esotérico, y así fue creciendo hasta ser considerada una pieza fundamental del horror de culto.
Kickboxer (1989)
Después de Contacto sangriento, Jean-Claude Van Damme cimentó su reinado de videoclub con Kickboxer, un viaje de venganza, sudor y entrenamiento en paisajes exóticos. No fue una superproducción, pero las cintas de Kickboxer rara vez descansaban mucho tiempo en las baldas.
Phantasma (1979)
Aunque se estrenó a finales de los 70, su verdadera resurrección llegó en los videoclubs de los 80. Phantasma es una película inclasificable, una mezcla onírica de horror, ciencia ficción y pesadilla metafísica que encontró devotos dispuestos a perderse en sus laberintos.
Cyborg (1989)
Otra muestra del cine de saldo que encontró vida en el alquiler. Con Van Damme a la cabeza y un mundo post-apocalíptico de baratillo, Cyborg es el tipo de película que no necesitaba críticas elogiosas: necesitaba carátulas sugerentes y adolescentes hambrientos de acción.
Los aventureros del tiempo (1981)
Esta joya británica, dirigida por Terry Gilliam, no deslumbró en taquilla pero fascinó en las tardes de alquiler. Con su estética barroca, su humor delirante y su mirada infantil hacia los viajes temporales, se convirtió en un clásico para los que buscaban algo distinto entre las novedades.
El vuelo del navegante (1986)
Un relato de ciencia ficción familiar que pasó casi desapercibido en su estreno, pero que vivió una segunda vida gloriosa en los videoclubs. Sus efectos especiales, su tono amable y ese aire de aventura ochentera la alzaron al panteón de las películas queridas, aunque nunca famosas.
El terror no tiene forma (1988)
El remake de La masa devoradora no tuvo el impacto esperado en salas, pero se convirtió en un título de referencia para los amantes del terror en alquiler. Sus efectos viscosos y su violencia explícita hicieron de esta película una visita obligada en las tardes de búsqueda frenética por las estanterías.
El trueno azul (1983)
La historia de un helicóptero hipertecnológico y un piloto rebelde se convirtió en una de las cintas más alquiladas por los amantes de la acción aérea. No fue un bombazo de taquilla, pero en el videoclub fue un clásico recurrente para tardes de adrenalina y conspiraciones.
Remo: desarmado y peligroso (1985)
Una película inclasificable, a medio camino entre la parodia y la acción marcial. No dejó huella en los cines, pero en los videoclubs se convirtió en un favorito gracias a sus escenas imposibles y su tono gamberro. Era una joya de las tardes de sábado.
Aventuras en la gran ciudad (1987)
Esta deliciosa comedia juvenil, sencilla pero entrañable, no arrasó en taquilla pero sí en las estanterías del alquiler. Las peripecias de una niñera en la ciudad eran un imán para el público familiar y juvenil que buscaba algo fresco y nocturno.
Perseguido (1987)
Aunque Arnold Schwarzenegger ya era una estrella, Perseguido vivió su gloria verdadera en los videoclubs. Su estética de distopía televisiva y sus duelos en directo con cazadores extravagantes la convirtieron en un objeto de culto visual.
Los chicos del maíz (1984)
Stephen King volvía a tejer su embrujo en esta modesta película de terror rural que se convirtió en una de las más alquiladas del género. Su atmósfera de pesadilla infantil atrapó a generaciones enteras desde las estanterías.
Masters del universo (1987)
La adaptación de He-Man al cine fue un fracaso en taquilla, pero en los videoclubs se convirtió en un mito plástico y colorido. Su combinación de ciencia ficción barata, escenarios de cartón piedra y un villano memorable (Frank Langella como Skeletor) la elevaron a clásico del VHS.
La fuga de Logan (1976)
Aunque anterior a la era dorada del videoclub, esta joya retro-futurista encontró su público en el alquiler. Su universo decadente, su visión de un mundo donde nadie puede envejecer y su huida desesperada sedujeron a los amantes de la ciencia ficción que rastreaban las estanterías por rarezas.

Golpe en la pequeña China (1986)
John Carpenter, como es habitual, fue ignorado por el gran público pero adorado en los pasillos de los videoclubs. Las aventuras de Jack Burton en un Chinatown sobrenatural se convirtieron en un secreto a voces, en un objeto de culto que trascendió lo comercial.
C.H.U.D. (1984)
Los caníbales humanoides bajo la ciudad no hicieron mucho ruido en su estreno, pero en las estanterías polvorientas del videoclub encontraron su hábitat. Este pequeño clásico del terror urbano se recomendaba entre susurros, como si compartirlo fuera un rito iniciático.
Calles de fuego (1984)
Walter Hill firmó este poema visual de estética ochentera con tintes de videoclip, motos, bandas callejeras y amores imposibles. Fue incomprendida en cines, pero en videoclubs se convirtió en un símbolo de culto con sus duelos, su música y su aire de leyenda urbana.
Superdetective en Hollywood 2 (1987)
Aunque secuela de un gran éxito, esta segunda parte vivió especialmente en los videoclubs, donde Axel Foley seguía conquistando con su sonrisa canalla. No necesitaba salas llenas, necesitaba simplemente ser alquilada, y lo fue, hasta la saciedad.
Están vivos (1988)
Otro John Carpenter que encontró su verdadera gloria en el alquiler. Una película que mezcla acción, ciencia ficción, crítica social y un sentido del humor afilado. Las gafas de la verdad y la lucha interminable en un callejón convirtieron esta película en un símbolo absoluto del culto videoclubero.
El gran halcón (1991)
Una comedia de acción con Bruce Willis que pasó sin pena ni gloria por los cines, pero que fue abrazada en los videoclubs como una pequeña joya despreocupada y deliciosa, especialmente recordada por su ritmo y su carisma.
Scanner Cop (1994)
Una derivación tardía de la saga Scanners, que apenas dejó rastro en los cines pero se convirtió en un pequeño fenómeno en VHS. Era alquilada por los amantes del terror fantástico que buscaban explosiones craneales y tramas al filo de la serie B.

The Wraith (El aparecido) (1986)
Charlie Sheen protagoniza esta mezcla de carreras callejeras, venganza sobrenatural y coches imposibles. Desapercibida en cines, pero adorada en los pasillos del videoclub, donde los adolescentes la alquilaban buscando velocidad, misterio y el embrujo de sus sintetizadores ochenteros.
Noche de miedo (1985)
Aunque no fue un fracaso, esta joya de vampiros con humor negro se convirtió en leyenda de alquiler. Sus efectos especiales, su atmósfera de vecindario amenazado y la deliciosa interpretación de Chris Sarandon la elevaron al Olimpo del culto nocturno.
Enemy Territory (Territorio enemigo) (1987)
Una cinta casi olvidada que fue alquilada hasta la extenuación por los amantes de la acción urbana y los thrillers claustrofóbicos. Era la respuesta modesta a 1997: Rescate en Nueva York, con pandillas, claustrofobia y mucha tensión.
Runaway: Brigada especial (1984)
Tom Selleck persigue robots asesinos en una película de ciencia ficción menor, que en el videoclub fue tratada como oro. El concepto era irresistible para los devoradores de ciencia ficción de estantería: tecnología, armas láser, y Gene Simmons (el bajista de Kiss) como villano psicópata.
Maniac Cop (1988)
Una de las sagas más veneradas en las catacumbas del alquiler. Policías zombis, crímenes nocturnos y un aire de serie B exquisito. Si la alquilabas, sabías que estabas entrando en un club secreto del terror ochentero.
Destino final: Última parada (1990)
Una película de carretera con tintes paranormales y estética de thriller televisivo que muchos descubrieron accidentalmente en el videoclub y jamás olvidaron. Una joya perdida que se recomendaba como quien comparte una reliquia oculta.
Temblores (1990)
Protagonizada por Kevin Bacon, Temblores nunca fue un gran hit de taquilla, pero en VHS se convirtió en un fenómeno planetario. Los Graboides, esos gusanos gigantes subterráneos, pasaron a ser parte de la mitología personal de muchos espectadores de sofá.
Los viajeros de la noche (1987)
Kathryn Bigelow firmó esta joya de vampiros itinerantes, una especie de western moderno y sucio, que no brilló en cines pero se volvió objeto de deseo en los videoclubs. Violenta, sensual, atmosférica: una pieza maestra que el tiempo ha sabido colocar en su altar.
El justiciero de la noche (1985)
Una rareza de Charles Bronson que pasaba de mano en mano entre los devotos del cine de venganza de saldo. Era alquilada compulsivamente por quienes querían justicia callejera, sin adornos ni redención.
Exploradores (1985)
Joe Dante firmó esta película entrañable y nostálgica sobre unos niños que construyen una nave espacial. En taquilla fue discreta, pero en los videoclubs se convirtió en uno de esos clásicos íntimos, especialmente amados por soñadores empedernidos.
Dark Angel (I Come in Peace) (1990)
Dolph Lundgren, drogas alienígenas y un policía enfrentado a un extraterrestre que colecciona endorfinas humanas. Un festín de acción, violencia y frases lapidarias que en el videoclub brillaba como una joya de adrenalina y caspa elegante.
Scanner Cop 2: Volver a escanear (1995)
Cuando parecía que las secuelas menores no interesaban, llegó este título que arrasó en las estanterías de serie B. No era arte, no era tendencia, pero era alquilada como un caramelo secreto para los amantes del horror de baratillo.
Enemigo mío (1985)
Dennis Quaid y Louis Gossett Jr. protagonizan este emotivo relato de ciencia ficción sobre dos enemigos atrapados en un planeta inhóspito. En los cines pasó casi desapercibida, pero en los videoclubs se convirtió en una película de culto silencioso y tierno.

Fortaleza infernal (1992)
Christopher Lambert lidera esta película carcelaria de ciencia ficción, distópica y brutal, que en las estanterías encontró un público fiel. Quienes la alquilaban sabían que no era perfecta, pero era intensa, y eso era suficiente.
American Ninja 2: The Confrontation (1987)
Michael Dudikoff volvió a conquistar los pasillos del alquiler con ninjas, peleas imposibles y un sentido del entretenimiento directo. Estas películas no se veían en cines, se descubrían en VHS, y cada secuela era esperada como un pequeño evento personal.
La bestia del reino (1983)
Una fantasía heroica de serie B, con bárbaros musculosos, hechiceras y criaturas de látex. Era el primo pobre de Conan el bárbaro, pero en las estanterías del videoclub era alquilada como un tesoro alternativo por los sedientos de espadas y mazmorras.
Phantom of the Mall: Eric’s Revenge (1989)
Una revisión ochentera y delirante de El fantasma de la ópera ambientada en un centro comercial. Poco conocida, pero muy buscada por los arqueólogos del VHS, era alquilada por su mezcla bizarra de terror adolescente y comedia involuntaria.
Mi proyecto científico (1985)
Una extraña mezcla de ciencia ficción juvenil, viajes en el tiempo y monstruos de pasillo. No fue un éxito de taquilla, pero fue adorada por los fans de aventuras desenfadadas y ciencia imposible.
La serpiente y el arco iris (1988)
Dirigida por Wes Craven, esta inquietante historia de zombis y rituales vudú fue mucho más celebrada en las estanterías que en las salas. Era la película que se alquilaba para sentir el escalofrío exótico del horror sobrenatural.
La brigada de élite (1986)
Con James Belushi al frente, esta mezcla de comedia y acción pasó casi inadvertida en cines pero fue devorada en los fines de semana familiares. Disparos, polis con mal carácter y persecuciones clásicas de barrio.
Viajeros del tiempo (1984)
Un western de ciencia ficción donde unos modernos agentes gubernamentales persiguen a un renegado a través del tiempo… hasta el lejano oeste. Una rareza casi olvidada, pero venerada por los amantes del desparpajo argumental y las fusiones imposibles.
Band of the Hand (1986)
Una de esas películas donde cinco jóvenes problemáticos son entrenados por un guerrero vietnamita para combatir al crimen en las calles de Miami. Fue alquilada con furia por quienes adoraban los grupos de inadaptados, la acción callejera y las bandas sonoras pegadizas.
The Hidden (Oculto) (1987)
Un thriller de ciencia ficción donde un policía descubre que un alienígena criminal cambia de cuerpo para sembrar el caos. En el videoclub era un tesoro oscuro que se recomendaba como un secreto de sangre.
F/X: efectos mortales (1986)
Un especialista en efectos especiales se ve envuelto en una trama criminal donde sus propias trampas cinematográficas se convierten en armas letales. Una joya de acción inteligente que triunfó en alquiler mucho más que en taquilla.
Firewalker (1986)
Chuck Norris y Louis Gossett Jr. en una especie de Indiana Jones de saldo. Aventuras exóticas, tesoros escondidos y puñetazos a discreción. Los fans del cine de aventuras de domingo la alquilaban como un ritual.
Split Second (1992)
Rutger Hauer contra una criatura asesina en un Londres inundado por el cambio climático. Una mezcla entre Blade Runner y serie B de terror que en las estanterías tenía más alma que muchas superproducciones.
Waxwork (1988)
Un grupo de jóvenes queda atrapado en un museo de cera donde cada exposición es un portal a universos terroríficos. Una fiesta pulp de monstruos y homenajes a los clásicos que los alquiladores compulsivos abrazaron con pasión.
Cherry 2000 (1987)
Una distopía desértica donde un hombre busca una réplica robótica de su esposa. Melanie Griffith lo acompaña como una ruda cazarrecompensas. Era alquilada por su estética Mad Max, su mezcla de romance robótico y su espíritu de aventura de saldo.

American Rickshaw (1989)
Un producto exótico y extravagante donde un joven se enfrenta a cultos sobrenaturales y mafias mientras conduce un rickshaw por Miami. Una de esas rarezas deliciosas que sólo existían para brillar en los pasillos de los videoclubs.
Stone Cold (1991)
Un policía infiltrado en una peligrosa banda de moteros. Acción hiperviolenta, estética de cuero y un Brian Bosworth desatado. En VHS fue un clásico de los que buscaban testosterona sin pretensiones.
Los chicos del maíz (1984)
Aunque hoy es más reconocida, en su época fue un éxito fundamentalmente construido en los videoclubs, donde la leyenda de Isaac y Malachai se propagó con fuerza, sobre todo entre los jóvenes aficionados al horror rural.
El amo del calabozo (1983)
Una película de espada y brujería, low cost y espíritu sucio, que en las estanterías de fantasía era alquilada como quien roba un dulce prohibido. Monstruos de goma, espadas de plástico y mucha pasión artesanal.
El ataque de los muertos sin ojos (1973)
Una joya del terror español dirigida por Amando de Ossorio. Los templarios ciegos regresan de la tumba para aterrorizar aldeas. Aunque olvidada por muchos, en el circuito de alquiler fue una pequeña leyenda de culto.
The Paperboy (El repartidor de periódicos) (1994)
Un thriller menor donde un niño aparentemente inocente esconde un lado oscuro y violento. No fue famosa, pero en las estanterías de thriller psicológico siempre esperaba ser descubierta.
Kickboxer 3: el arte de la guerra (1992)
Cuando Van Damme se había ido, la saga continuó en la trastienda del videoclub. Quienes seguían alquilando estas secuelas sabían que estaban dentro de un círculo privado de fidelidad absoluta.
Alien nación (1988)
Un thriller policíaco con tintes de ciencia ficción donde humanos y extraterrestres conviven en una tensa coexistencia. Más alquilada que vista en cines, era una favorita secreta para quienes buscaban detectives, acción y criaturas exóticas en perfecta mezcla.
La noche del cometa (1984)
Dos hermanas adolescentes sobreviven al apocalipsis cuando un cometa convierte a la humanidad en polvo o zombis descerebrados. Una comedia postapocalíptica de tono ligero que fue pasto de los alquiladores más curiosos.
Hell comes to Frogtown (1988)
Roddy Piper, rodeado de mujeres guerreras, se enfrenta a ranas humanoides en un mundo devastado. Una joya absurda, de culto profundo, que sólo podía encontrarse entre las carátulas más extrañas del videoclub.
Creepozoides (1987)
Una imitación descarada de Alien con monstruos de látex y una atmósfera de serie Z. Era alquilada por los valientes que buscaban el placer culpable de la caspa bien servida.
I come in peace (1990)
Dolph Lundgren en una cacería intergaláctica donde un alienígena vende drogas extraídas de los cerebros humanos. Cine de acción noventero sin pretensiones que encontró su verdadera audiencia en los VHS gastados.
La bestia del armario (1986)
Una comedia de horror delirante donde un monstruo vive dentro de los armarios y aterroriza a un pueblo entero. Su ridículo encanto fue irresistible para los buscadores de rarezas.
Millennium (1989)
Una historia de viajeros del tiempo que rescatan a pasajeros de aviones a punto de estrellarse para preservar la humanidad. Ciencia ficción melancólica que no sedujo al gran público, pero sí a los alquiladores empedernidos.
Los aventureros del tiempo (1982)
Una extraña fantasía francesa donde un caballero medieval y su escudero son transportados al presente. Una rareza cómica que fue alquilada más veces de las que se recuerda.
Brain Damage (1988)
Delirio de horror donde un joven se vuelve adicto a una criatura parasitaria que le proporciona alucinaciones a cambio de sangre. Un viaje lisérgico que circulaba de mano en mano entre los más audaces del videoclub.
Robot Jox (1989)
Batallas de mechas gigantes al más puro estilo anime pero con stop-motion occidental. No tuvo éxito en taquilla, pero se convirtió en un clásico de alquiler para los amantes de las maquetas y los robots colosales.
Chopping Mall (1986)
Robots de seguridad se descontrolan y comienzan a asesinar adolescentes atrapados en un centro comercial. Una deliciosa serie B que se convirtió en objeto de culto solo gracias al videoclub.
Runaway (1984)
Tom Selleck contra robots homicidas en un futuro cercano. Michael Crichton dirigió esta pieza de acción tecnológica que en las estanterías del videoclub vivió una segunda y mejor vida.
Steel Dawn (1987)
Patrick Swayze como un guerrero errante en un mundo postapocalíptico donde el agua es más valiosa que la vida. Alquilada por quienes ya habían desgastado sus copias de Mad Max.
Ghoulies II (1987)
Los pequeños monstruos regresan para sembrar el caos en un parque de atracciones. Película que fue mucho más popular en alquiler que en salas, adorada por los fans de la comedia grotesca.
La nave de la muerte (1980)
Un barco nazi fantasma aterroriza a los supervivientes de un naufragio. Un terror marino con atmósfera malsana que encontró su hogar en los pasillos oscuros de los videoclubs.
Enemy Territory (1987)
Un ejecutivo se ve atrapado en un bloque de viviendas dominado por una banda violenta. Una joya de acción urbana, casi desconocida, que se recomendaba como oro en el boca a boca videoclubero.
Maniac Cop (1988)
Un policía muerto regresa para impartir su propia justicia letal. Bruce Campbell al frente de este thriller sucio y violento que se convirtió en un tótem en VHS aunque fue ignorado en su estreno.
The Peanut Butter Solution (1985)
Una extraña película infantil canadiense donde un niño sufre una pérdida de cabello sobrenatural y se embarca en una aventura mágica y ligeramente perturbadora. Una rareza tan inclasificable como inolvidable para quienes la alquilaron.
Treasure of the Four Crowns (1983)
Intento descarado de imitar a Indiana Jones, pero con un glorioso sabor de serie B y efectos en 3D de cartón piedra. Era alquilada por aquellos que buscaban aventuras cuando En busca del arca perdida no estaba disponible.

Dead Heat (1988)
Policías zombis en un cóctel salvaje de acción, horror y comedia negra. Joe Piscopo y Treat Williams se enfrentan a criminales resucitados en un delirio donde la resurrección es tan literal como absurda. Fue una cinta muy alquilada por aquellos que buscaban diversión irreverente y cadáveres ambulantes.
Black Moon Rising (1986)
Tommy Lee Jones al volante de un prototipo de coche futurista robado. Acción, persecuciones y tecnología ochentera envuelven esta pieza de culto para fanáticos de las carreras imposibles. En los videoclubs era un bocado suculento para los que amaban la velocidad.
Deadly Prey (1987)
Soldados secuestrados son obligados a participar en cacerías humanas. Una joya de la acción de saldo, rodada con presupuesto pírrico pero con un corazón gigante. Amada por coleccionistas de serie B y alquiladores sin prejuicios.
Eye of the Tiger (1986)
Gary Busey como un héroe local que desafía a una banda criminal con ayuda de un coche armado. Cine de venganza ochentero, puro combustible para el público hambriento de justicieros solitarios.
Prayer of the Rollerboys (1990)
En un futuro cercano, Corey Haim lucha contra una banda neonazi que domina la ciudad… ¡en patines! Una extraña mezcla de distopía y cultura urbana que se convirtió en fetiche para los devotos del cine juvenil de alquiler.
Zone Troopers (1985)
Soldados estadounidenses encuentran extraterrestres en plena Segunda Guerra Mundial. Un festín de pulp, soldados y alienígenas que solo podía existir en la gloria del videoclub.
T-Force (1994)
Una escuadra de policías cyborg fuera de control y un héroe humano dispuesto a detenerlos. Ciencia ficción de saldo que, en las estanterías, brillaba como un diamante de plástico.
Neon Maniacs (1986)
Monstruos urbanos que emergen por la noche para sembrar el terror en San Francisco. Una joya oculta del terror de culto que sobrevivió gracias al boca a boca en los templos de alquiler.
Hands of Steel (1986)
Un cyborg forzado a participar en peleas de pulsos brutales mientras huye de un sistema que lo quiere destruir. Una pequeña obra maestra de la caspa italiana, venerada por alquiladores con sed de adrenalina vintage.
The Borrower (1991)
Un alienígena criminal condenado a vivir en cuerpos humanos que va saltando de huésped en huésped en la Tierra. Humor negro, gore y terror bizarro en una cinta perfecta para quienes buscaban tesoros fuera de catálogo.
American Yakuza (1993)
Viggo Mortensen se infiltra en la mafia japonesa en Estados Unidos. Una historia de lealtad cruzada y acción contundente que se alquilaba con furor entre los devotos del thriller criminal.
Ghost Warrior (1984)
Un samurái es despertado en la era moderna y se enfrenta a los códigos del nuevo mundo. Una mezcla fascinante de acción y desplazamiento cultural que tuvo su pequeño nicho entre los alquiladores persistentes.
The Vindicator (1986)
Un científico es transformado en un cyborg de venganza tras ser traicionado. Una especie de primo pobre de Robocop que encontró su verdadero hogar en las estanterías olvidadas.
Treasure Hunt (1994)
Una aventura delirante de un grupo de buscadores de tesoros en busca de un alijo robado, entre traiciones, explosiones y humor de saldo. Una rareza que los verdaderos adictos al VHS sabían rastrear como quien encuentra oro en el barro.
Moontrap (1989)
Un astronauta se enfrenta a una amenaza alienígena ancestral descubierta en la Luna. Walter Koenig y Bruce Campbell comandaron este título que se convirtió en un pequeño clásico en las secciones de ciencia ficción polvorientas.

Bloodsport III (1996)
Sin Jean-Claude Van Damme, pero con la testaruda lealtad de quienes habían alquilado las anteriores. En los videoclubs, la saga Bloodsport seguía girando, aunque las copias parecieran cada vez más gastadas.
Rage and Honor (1992)
Cynthia Rothrock y Richard Norton desatan su furia en las calles. Artes marciales urbanas con el sabor contundente del alquiler recurrente. Era de esas películas que los fans del puñetazo rápido y el argumento mínimo sabían localizar con la mirada.
Nemesis (1992)
Una distopía cibernética donde humanos y androides se enfrentan en un futuro devastado. Albert Pyun, maestro del cine barato, entregó aquí una obra de culto absoluto para los coleccionistas del cyberpunk de serie B.
Violent Zone (1990)
Un híbrido entre Mad Max y las pelis de comandos italianas, con persecuciones, cuero y metralla. Una pequeña joya de exportación que tuvo su público fiel en las estanterías más remotas del videoclub.
Arena (1989)
Boxeo intergaláctico con criaturas alienígenas en un torneo de proporciones absurdas. Una delicia kitsch que era alquilada con la curiosidad morbosa de quien busca algo que sabe que será gloriosamente cutre.
Kickboxer 4: The Aggressor (1994)
Sasha Mitchell sigue la saga sin Jean-Claude Van Damme, pero con el corazón intacto. Estas secuelas se alquilaban por inercia, como un ritual entre los amantes del cine de contacto directo.
Future Kick (1991)
Don «The Dragon» Wilson repartiendo justicia en un futuro decadente. Ciencia ficción, combates, bajos fondos y un presupuesto que parecía desaparecer en cada plano. Perfecta para los alquiladores sedientos de acción.
Robot Holocaust (1987)
En un futuro dominado por máquinas, un grupo de rebeldes lucha contra la tiranía robótica. Una epopeya de presupuesto ridículo, pero con una entrega tan seria que conquistó a los devotos de la ciencia ficción de saldo.
Gunhed (1989)
Un híbrido de anime y live action japonés donde mechas, soldados y corporaciones se enfrentan por una fuente de energía vital. Una rareza oriental que tuvo sus fieles en los pasillos menos iluminados del videoclub.
The Exterminator (1980)
Un veterano de Vietnam decide impartir justicia brutalmente por su cuenta en Nueva York. El justiciero más salvaje que jamás llegó a las salas, pero que en los videoclubs vivió como un tótem sagrado del cine de venganza.
La gloria del alquiler
Estas películas, y tantas otras que habitaron las catacumbas del cine comercial, encontraron en el videoclub el eco que les negó la taquilla. Allí, en ese ritual de elección casi litúrgica, las cintas pasaban de desconocidas a imprescindibles. Eran pequeñas, eran imperfectas, pero eran nuestras.
El videoclub fue, al fin y al cabo, el hogar donde las leyendas se gestaban sin necesidad de grandes campañas ni alfombras rojas. Solo hacía falta una portada sugerente, un título misterioso y una noche disponible. Y entonces, la magia ocurría.
El altar del culto olvidado
Estas películas, relegadas al fondo del cartel o a las esquinas de la crítica, encontraron en los videoclubs su tierra prometida. El alquiler les regaló una segunda vida, una gloria clandestina.
En esos tiempos, el culto no se medía por trending topics, sino por carátulas desgastadas, cintas rebobinadas hasta la fatiga y recomendaciones murmuradas entre amigos.
El videoclub fue, y será, el templo de las películas que el mundo quiso olvidar, pero que nosotros decidimos recordar.
El culto que no necesitaba pantallas gigantes
El videoclub fue el verdadero cementerio de los títulos menores, pero también el jardín secreto donde esas películas florecían lejos de los focos. Eran películas hechas para ser encontradas por accidente, para ser recomendadas en voz baja, para ser vistas una y otra vez con la ternura de quien cuida una reliquia imperfecta.
En ese universo magnético, lo que importaba no era la crítica, sino la portada, el boca a boca y el placer de descubrir mundos ajenos a la dictadura del estreno.
El culto verdadero no se vivía en la alfombra roja. Se vivía en el pasillo de terror, en la esquina de ciencia ficción, en las estanterías más gastadas. Allí, donde los héroes anónimos aún pelean por no ser olvidados.
La patria secreta de los buscadores
Estas películas, y muchas más, no fueron hijas del marketing ni de la alfombra roja. Fueron hijas del VHS, de las manos que las rebobinaban una y otra vez, de las miradas curiosas que pasaban frente a sus carátulas mientras buscaban algo distinto.
El culto verdadero no siempre se construyó en festivales ni en los estrenos de gala: se construyó en los videoclubs, entre polvo, plástico y conversación susurrada.
Allí, donde una portada podía cambiarte la tarde. Allí, donde los héroes de saldo y las criaturas de látex aún vivían, orgullosos de su imperfección.
Si quieres, puedo seguir ampliando esta lista con más joyas ocultas. ¿Te gustaría que añada más?