Si contamos como ritmo algunas de las actuaciones musicales de la película y la gloriosa persecución final entre los Blues Brothers y toda la flota de vehículos de Nueva York, entonces estaremos de acuerdo que el título en España del filme es más que acertado, y es que tanto John Belushi como Dan Akroyd me parecen unos jetas granujas que vendieron el pollino a todo el planeta.
Aunque ‘Granujas a todo ritmo’ empieza con más que una impactante escena de chimeneas que nos recuerda al mismísimo ‘Blade Runner’ de Ridley Scott; sigue con una salida de la cárcel de John Belushi prodigiosa tanto en diseño de puesta en escena como en fotografía; se estira hasta otra prodigiosa escena en las escaleras del orfanato donde John Landis nunca había estado tan estupendo en términos visuales y cierra el filme con una persecución de coche antológica. Todo lo demás, es decir, el 90% de metraje, todo su centro, me parece una gran milonga o estafa (siendo exagerados claro está).
No voy a extenderme sobre el poco agrado y la poca risa que me despierta la película pero, en mi opinión, creo que si está película hubiese sido filmada en España ocurrirían dos cosas: una que no tendría la enorme escena final de la persecución y dos, que no hubiese tenido ninguna repercusión mundial. Pero como hemos visto en la reciente y polémica lista de Sight & Sound, los anglosajones son únicos a la hora de exportar sus productos ya sean de calidad real o de calidad inventada como el McDonald. Cuando uno ve cómicos españoles coetáneos de Belushi y Akroyd como por ejemplo Esteso, Pajares y Ozores, se pregunta por qué a estos no los conoce nadie y los otros lo fueron todo.
Ya digo que si me pones ‘Yo hice a Roque III’ o ‘Granujas a todo ritmo’ me quedo mil veces antes en términos de comedia con la película dirigida por Mariano Ozores, más cuando la de John Landis posee una factura preciosa por momentos, pero amater en otros muchos como por ejemplo en labores de montaje. Queda además muy bonito el meter una temática white washing con la historia de los naziamericanos, pero es que tampoco es consecuente cuando en la banda de blues sólo aparece un único músico negro.
Respeto que haya gente que le encuentre la gracia a la película, pero lo que no respeto es decir que te partes de risa sólo por obligación. Entiendo que como cinta de videoclub y en sus años, la película tuviese repercusión en nuestras fronteras, pero creo que el filme visto hoy día y entendida como una gran comedia disparatada, no agunta el paso del tiempo y se ve más desgana en sus actores que dedicación y amor absoluto por lo que estaban haciendo. Bill Murray, Dan Aykroyd, John Belushi, Eddie Murphy (este menos), eran grandes estrellas del monólogo y del SNL, pero a veces en el cine parece que estaban por encima del propio medio, el cual al igual que otras muchas cosas, no se lo tomaban muy en serio.