“Alien: el octavo pasajero” es un hito indiscutible en la historia del cine, una obra maestra que fusiona la ciencia ficción y el terror en su forma más pura, trascendiendo el tiempo y manteniendo su relevancia varias décadas después de su estreno. Con la próxima llegada de “Alien: Romulus”, la última entrega de la saga, es un momento oportuno para reflexionar sobre los orígenes de la criatura que se erige como el verdadero protagonista de la película.
La narrativa de “Alien” nos sumerge en un ambiente de tensión constante a bordo del U.S.C.S.S. Nostromo, donde la iluminación y la atmósfera nos mantienen en un estado de alerta perpetua. La tripulación, aunque memorable, queda eclipsada por la presencia ominosa del xenomorfo, cuya evolución es mostrada meticulosamente a lo largo del filme, incrementando el terror en cada una de sus fases.
Los orígenes y la evolución del Alien
La genialidad de Ridley Scott y H.R. Giger, dos mentes visionarias que se unieron para dar vida a un universo que sigue suscitando asombro y temor, permanece intacta. El tiempo no ha hecho mella en “Alien: el octavo pasajero”, y el diseño del xenomorfo, junto al arte conceptual del suizo H.R. Giger, continúa fascinando y perturbando en igual medida.
A continuación, se detalla el ciclo vital del xenomorfo clásico y sus distintas fases:
El Huevo
El terror que impregna “Alien” tiene su origen en la primera fase del ciclo de vida de la criatura. En las entrañas de la nave alienígena, una vasta colección de huevos de Alien representa el primer encuentro con el xenomorfo. Cada huevo, creado a partir de fibra de vidrio semitransparente, oculta un interior repugnante compuesto de intestinos de oveja recubiertos con estómago de vaca. Esta inquietante construcción orgánica, cargada de viscosidad, añade una dimensión de realidad grotesca al horror.
Abrazacaras
La segunda fase del xenomorfo es quizás la más perturbadora. El Abrazacaras, una criatura arácnida y carnosa con largos dedos que evocan la forma humana, reduce su tamaño para añadirle un componente sexual implícito. Giger empleó elementos reales, como almejas, ostras, pescado y un hígado, dentro de un estuche de goma, añadiendo una cola de raya para crear esta entidad orgánica. La integración de lo real y lo grotesco intensifica el terror que esta fase provoca.
Rompepechos
En una de las escenas más icónicas del cine, el Rompepechos emerge de manera brutal y aterradora desde el interior de un ser humano. Giger, en su concepción inicial, lo describió como un horrible pollo-dinosaurio, pero decidió eliminar las extremidades, dejándolo en su forma final: cabeza y cola. La actriz Veronica Cartwright, quien interpretó a Joan Lambert, describió a esta criatura como “un pene con dientes”, y su reacción de pánico durante la filmación, bañada en litros de sangre, fue genuina y visceral.
Xenomorfo adulto
Finalmente, la criatura alcanza su forma definitiva, convirtiéndose en uno de los monstruos más temibles de la historia del cine. El diseño del Alien, basado en la obra Necronom IV de Giger, evita los clichés de colmillos, pelaje y garras, optando por una estética fría y biomecánica. Este diseño, hecho de goma, silicona, vértebras de serpiente y plastilina tratada, se transforma en una entidad que encarna los miedos más profundos de la humanidad, y cuyo aspecto insectoide sigue siendo perturbador.
Estas fases del xenomorfo son icónicas, aunque a lo largo de los años han surgido nuevas variantes, como la Reina Alien, que amplían este ciclo de vida fascinante y aterrador.
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