A partir de su matrimonio con Caroline Bommer en 1818 y, en especial, hacia 1820, la presencia femenina es abundante en los cuadros de Friedrich, ya sea en solitario, en pareja o como parte de un grupo de mujeres. Esta nueva fuente de inspiración daría lugar a algunos de sus más célebres óleos, como Despedida, destruido en 1931, Mujer junto al mar o Las hermanas en la azotea sobre el puerto. Pocos, sin embargo, han alcanzado la popularidad de esta obra. Es una de las composiciones más peculiares de Friedrich: una mujer se alza en el centro de la composición, que se organiza en función de ella. Como de costumbre, aparece de espaldas, vestida con traje tradicional alemán. Alza ligeramente las manos ante el sol, del que es difícil apreciar si nace o se oculta en esos instantes. Este gesto implica el ofrecimiento de su cuerpo, de sí misma al sol y, por otra parte, recuerda la iconografía de las mujeres orantes del arte paleocristiano. Aunque se suele identificar con la esposa del pintor, nada permite asegurarlo con certeza. Ante ella, terminado el camino, se extiende un paisaje de cultivos con rocas, campos y una minúscula iglesia en la parte izquierda, que aporta un toque religioso concreto a la alegoría. En esta ocasión, a diferencia de lo habitual en su manera de componer sus obras, Friedrich no ha recurrido a la eliminación del plano medio, sino que ha adoptado una construcción más clásica, a partir de una sucesión de planos que se alejan. La simbología es clara. Los haces solares irradian desde el punto en que se encuentra la mujer, en una composición similar al Altar de Tetschen, justo tras la montaña, alegoría de la presencia de Dios en la tierra. Dicha montaña procede de un dibujo realizado en agosto de 1806, conservado en el cuaderno de Oslo, que recoge los estudios llevados a cabo durante su visita de Pomerania para restablecer su ya precaria salud, y a la vuelta a Dresde, en cuyos alrededores se encuentra.

“Lo que el viento se llevó” se volvió un clásico gracias a la representación perfecta de los actores y al sentido que tienen ciertas frases y escenas de la película. Por ejemplo, los personajes reciben el amanecer esperando una nueva etapa de sus vidas: al igual que la chica de la pintura de Friedrich.

Por lucenpop

Autor y director de las webs: Videoclub CinematteFlix, Lucenpop y Passionatte