En 1967, George Lucas tomó su primer contacto con Tatooine, el desertico planeta del borde exterior.
Hace muchos muchos años, en un lugar muy lejano….
En una evocadora jornada del 18 de junio de 1967, nuestro amigo George Lucas emprendió un viaje artístico armado con su cámara, sumergiéndose posiblemente en los vastos paisajes del Monument Valley o en algún otro rincón pintoresco de Arizona o Utah. La naturaleza en toda su majestuosidad, el escenario impregnado de elementos antropogénicos, y los sonidos de la vida salvaje, desde trinos hasta ruidos y chirridos, sirvieron como telón de fondo mientras se dirigía hacia el set de filmación de “El oro de Mackenna”, cuya ubicación no sería fácilmente discernible si no se lo indicaran. Aquí, George realizó una breve pausa para capturar imágenes del entorno, enfocándose en los impresionantes paisajes y las nubes en constante movimiento, incluso enfrentando una lluvia torrencial antes de que la noche cayera sobre el horizonte. Así concluyó la jornada para George, en ese memorable 18 de junio de 1967, dejando tras de sí un legado de imágenes que capturan la belleza y la inmensidad de la naturaleza en su estado más puro.
Durante su período como estudiante de cine, George Lucas se aventuró a los estados de Arizona y Utah para sumergirse en el proceso de filmación del icónico western “El oro de Mackenna” (Mackenna’s Gold, 1969), dirigido por J. Lee Thompson. Lo que resultó de esta experiencia no fue simplemente un registro detrás de cámaras, sino más bien un poema visual que capturaba la inmensidad y la belleza de los paisajes desérticos, las nubes danzantes acariciadas por el viento y las puestas de sol pintadas con tonos dorados. Es verdaderamente asombroso considerar que Lucas, un cineasta en ciernes con inclinaciones experimentales en aquel entonces, posteriormente se transformaría en un magnate empresarial de renombre mundial.
