Marek Kanievska: arquitecto de lo etéreo, retratista de almas en fuga

Marek Kanievska: arquitecto de lo etéreo, retratista de almas en fuga

Hay cineastas cuya obra entera cabe en un suspiro, pero que logran en ese breve aliento dejar una huella imborrable. Marek Kanievska es uno de ellos. Director británico de silenciosa estatura y extraña luminosidad, su filmografía es breve, dispersa y a menudo olvidada, pero en ella se esconde una sensibilidad única, un don inusual para el encuadre emocional y una capacidad inquietante de capturar el desmoronamiento con elegancia pictórica.

Con apenas un puñado de obras en su haber —dos largometrajes notorios y varios trabajos televisivos—, Kanievska ha sido un espectro elegante dentro del panorama cinematográfico anglosajón: un nombre que rara vez aparece en los grandes estudios críticos, pero cuya influencia secreta se filtra en cineastas posteriores más celebrados.

Este estudio busca iluminar los contornos de su escasa pero poderosa producción, situando a Kanievska no como una figura menor o extraviada, sino como uno de los más finos estilistas del cine emocional moderno, un poeta de la imagen urbana y un artesano de las atmósferas.


I. Una formación británica: precisión, contención y mirada estructural

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Marek Kanievska nace en el Reino Unido en 1948. Su origen europeo es clave para entender su estilo visual: su cine nunca está totalmente comprometido con las lógicas del mercado estadounidense. Su trabajo se sitúa entre el academicismo británico —donde estudió arquitectura antes de dedicarse a la dirección— y la libertad estética de una sensibilidad postmoderna que observa la forma antes que la acción.

Antes de ingresar al cine, dirige episodios de televisión para la BBC y otras cadenas británicas. Allí afina un sentido narrativo sobrio, elegante, atento al rostro humano y al ritmo contenido. Su primera gran señal de talento se da con Another Country (1984), una adaptación teatral que se convirtió, sin buscarlo, en un hito queer y político del cine británico de los 80.


II. ‘Another Country’ (1984): romanticismo contenido y rebelión silenciosa

Protagonizada por Rupert Everett y un joven Colin Firth, Another Country es una pieza exquisita que retrata el despertar político y sexual de un joven estudiante en una escuela pública inglesa. Lejos del estruendo, Kanievska filma el conflicto ideológico y la pasión soterrada con una paciencia casi japonesa: la cámara se mueve como un testigo educado, los silencios pesan más que los diálogos, y la belleza está en los detalles mínimos —una mano que roza, un gesto esquivo, una mirada detenida en el vacío.

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La crítica alabó su refinamiento visual, su elegancia formal y su capacidad para convertir lo interno en materia narrativa sin recurrir a los lugares comunes del melodrama. Fue su entrada triunfal. Y también, paradójicamente, el principio de su eclipse.


III. ‘Golpe al sueño americano’ (1987): neón, decadencia y lirismo pop

Su siguiente proyecto, Less Than Zero, fue una auténtica anomalía: un director británico sensible y teatral trasladado a Beverly Hills para adaptar la novela nihilista de Bret Easton Ellis. El resultado, sin embargo, no fue una traición, sino una transfiguración.

Kanievska convirtió el relato de Ellis en una elegía sobre la juventud dorada, el colapso emocional y el suicidio dulce del sueño americano. Su estilo se volvió aún más plástico y sensual: luces de neón, encuadres simétricos, montaje impresionista, música como voz interior. El tono flotaba entre el videoclip y el réquiem. La crítica fue desigual. El público, confuso. Pero en retrospectiva, la película es una obra maestra escondida, capaz de dialogar con The Virgin Suicides, Boogie Nights, Drive o In the Mood for Love con insospechada naturalidad.

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Kanievska, de nuevo, supo mostrar el alma bajo el artificio, pero esta vez rodeado de cocaína, piel bronceada y tristeza maquillada. Su mirada nunca juzga. Observa. Ama incluso cuando sabe que sus personajes están perdidos.


IV. La evaporación: silencio, publicidades, exilio

Tras el fracaso comercial de Less Than Zero, Kanievska desaparece. Durante casi dos décadas solo realiza algunos anuncios de televisión de alto nivel, vídeos institucionales y trabaja esporádicamente en proyectos no finalizados. El cine se le vuelve esquivo.

No será hasta 2001 cuando regrese con Where the Money Is, una comedia criminal menor protagonizada por Paul Newman. Si bien el film no contiene el lirismo ni la densidad emocional de sus trabajos anteriores, sí mantiene su firma estética: la planificación meticulosa, la cámara elegante, la atención a los rostros y a los silencios como lenguaje.

Después de ello, el silencio ha sido casi total a excepción de ‘Tercera identidad’ (2004) su último susurro que después de más de una década de silencio, le hizo regresar y fue el último largometraje de Marek Kanievska. Inspirada libremente en el escándalo de espías de Kim Philby, la película sigue a Sharon Stone como una periodista que descubre que su marido —interpretado por Rupert Everett— podría ser un agente doble desaparecido.

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El film mezcla melodrama romántico y thriller político con una puesta en escena sobria y elegante. Kanievska prioriza el tono íntimo por encima de la intriga, construyendo una historia más centrada en el desconcierto amoroso que en la tensión del espionaje. Aunque no alcanzó impacto crítico ni comercial, la película conserva su firma: un ritmo pausado, ambientes fríos y una cámara que prefiere sugerir antes que subrayar.

Es un cierre discreto, pero coherente, para un director que siempre prefirió el susurro a la estridencia.

Aunque es una obra menor, conserva su sello: encuadres precisos, silencios expresivos y una cierta melancolía soterrada. No es un regreso triunfal, sino un epílogo sereno. Un último gesto refinado antes de desaparecer del todo.


V. Una influencia espectral: de Refn a Coppola, de Baker a Kar-Wai

Pese a su escasa filmografía, Kanievska ha sido reivindicado —aunque rara vez citado explícitamente— por una generación de cineastas obsesionados con la atmósfera, el espacio emocional y la belleza como herramienta narrativa. La estructura formal de Another Country reverbera en el cine histórico íntimo de Joe Wright; Less Than Zero se anticipa al estilo de Refn, al color dramático de Sean Baker, al lamento urbano de Sofia Coppola y al montaje emocional de Wong Kar-Wai.

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Incluso cineastas como Harmony Korine o Gregg Araki parecen haber absorbido su sentido de la juventud como territorio de pérdida antes que de descubrimiento.


VI. Conclusión: el cineasta invisible de las emociones visibles

Marek Kanievska no necesita más películas para ser considerado un autor. Con sólo dos grandes títulos, ha definido una sensibilidad, ha creado un estilo reconocible y ha tocado fibras profundas del lenguaje visual moderno. Su cine, como sus personajes, parece buscar el amor en un mundo indiferente. Filma el colapso con armonía, la herida con delicadeza, la belleza con respeto.

Es hora de redescubrirlo. De reivindicar su nombre como uno de los más importantes estilistas de las emociones quebradas. De volver a ver sus películas sabiendo que, aunque se perdieron en el ruido de su tiempo, siguen brillando —silenciosas, dolorosas y magníficas— en la penumbra donde habita el verdadero arte.

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