La deconstrucción del héroe de acción en 12 trampas

La deconstrucción del héroe de acción en 12 trampas

Renny Harlin, antaño un artesano eficaz del cine de acción con títulos como La jungla 2: alerta roja (1990) y Máximo riesgo (1993), regresó con 12 trampas (2009), un filme que, bajo la apariencia de una propuesta adrenalínica, se convierte en una representación del ocaso del héroe de acción clásico. Junto al guionista Daniel Kunka, Harlin toma la mitología de las doce pruebas de Hércules como base para lo que podría haber sido un ejercicio de revitalización del mito heroico en clave contemporánea, pero que termina por diluir cualquier grandeza épica en un espectáculo vacío, carente de sentido y emoción.

59g4b4g0szka1-773x1024 La deconstrucción del héroe de acción en 12 trampas

John Cena encarna a Danny Baxter, un policía que se ve obligado a superar doce desafíos impuestos por un terrorista (Aidan Gillen) con el propósito de salvar a su novia secuestrada. Lo que en un principio recuerda a clásicos del género como Speed (1994) o La jungla de cristal 3 (1995), pronto se desmorona bajo el peso de un guion plagado de trampas narrativas, personajes planos y una dirección que privilegia el montaje frenético sobre la construcción de una auténtica tensión dramática.

En 12 trampas, la estructura episódica y artificiosa de los retos convierte al protagonista en una mera marioneta dentro de una sucesión de escenas de acción hilvanadas sin coherencia. En lugar de un héroe con voluntad, ingenio y desarrollo emocional, Baxter es un autómata que reacciona a estímulos externos sin verdadera agencia. Su papel se reduce a ejecutar acrobacias en persecuciones de vehículos, esquivar explosiones y sortear obstáculos diseñados más para impactar visualmente que para aportar profundidad narrativa.

001-703x1024 La deconstrucción del héroe de acción en 12 trampas

Si el cine de acción clásico construyó su mitología a partir de figuras heroicas que enfrentaban desafíos con determinación e inteligencia—desde John McClane hasta Martin Riggs—12 trampas reduce el heroísmo a un simple catálogo de proezas físicas vacías de significado. No hay crecimiento ni transformación en Baxter, pues su periplo carece de una evolución real: cada prueba es una excusa para prolongar la acción sin consecuencias emocionales o temáticas. En este sentido, el filme simboliza la degradación del héroe de acción en el cine moderno, donde el espectáculo prima sobre la narrativa y la mitología heroica se reduce a un mero armazón de artificios.

El resultado es un producto monótono, incapaz de sostener la tensión a lo largo de su metraje. A pesar de su ritmo acelerado, la película no logra involucrar al espectador, pues su guion predecible y su puesta en escena carente de inspiración reducen cualquier posibilidad de verdadera inmersión. El espectador asiste a una sucesión de explosiones y persecuciones sin alma, donde el héroe, otrora centro de lo épico, ha sido reducido a un peón dentro de un engranaje sin identidad.

12-trampas_0-1-1024x576 La deconstrucción del héroe de acción en 12 trampas

En definitiva, 12 trampas no solo fracasa como película de acción, sino que representa el vaciamiento del héroe cinematográfico en su sentido más clásico. Harlin, que en su momento contribuyó al auge del género, aquí lo traiciona al convertir al héroe en una figura intercambiable y sin profundidad. En lugar de renovar el mito de Hércules para el cine contemporáneo, lo despoja de su esencia y lo reduce a un simple dispositivo para la acumulación de escenas de acción desprovistas de alma. Así, 12 trampas no solo es un desastre narrativo, sino también el reflejo de una crisis en el cine de acción moderno: la pérdida del héroe como figura trascendental dentro del imaginario cinematográfico.

Puede que te hayas perdido