Crítica 'Atmósfera Cero' by Lucen, otra nueva joya de Peter Hyams

¿Es posible mezclar ‘Alien el 8° pasajero’ con ‘Solo ante el peligro’? ¿Una fusión que una el personaje de Sigourney Weaver y al de Gary Cooper? Y lo mejor ¿Puede salir esto bien?..

Pues sí, puede. No tenemos a Gary Cooper pero no es problema cuando tenemos a Sean Connery en el pre-zenith de su carrera. Tampoco tenemos a Ridley Scott pero tenemos a un Peter Hyams que algunos o la mayoría dirían un más que solvente y nosotros decimos que “un más” que maestro del cine y por eso, podemos decir que ‘Atmósfera Cero’ es la película que mejor recoge la esencia de la mitica primera entrega de Alien.

Por supuesto hay que ser justos y decir que ‘Atmósfera Cero’ no alcanza la maestría y la enormidad que supone ‘Alien el 8° pasajero’ en el cine, pero, de todos los filmes que bebieron de aquella película es la obra de Hyams la que mejor se defiende.
A nivel visual la película bebe directamente de Alien en términos de decorados y la estación minera recuerda mucho de los aspectos visuales vistos en la decoración del Nostromo. Nunca sabremos si sin Alien, Atmosfera Cero hubiese sido igual de poderosa en términos de diseño de producción, lo que sí sabemos es que Hyams fue capaz de crear una obra visual tan bella como Manos sucias sobree la ciudad, antes de Ridley Scott hiciese sus Duelistas por lo que mal no hubiese ido visualmente aún sin la existencia de la obra maestras de Scott. Añadir que el diseño de producción corre a cargo del reputado Philip Harrison quien en el año de Alien estaba haciendo otra preciosidad visual en la más fallida La Calle del Adiós.

Además estábamos en el año 81 por lo que el ritmo pausado para crear ambiente aún estaba permitido por los estudios, algo que hace que los paseos de Connery por la estación minero de IO te vayan introduciendo y absorbiendo dentro de la atmósfera que genera este film.

Como hemos dicho los cimientos narrativos parten de la mítica ‘Solo ante el peligro’ y de hecho es una especie de reboot directo espacial del clásico de Gary Cooper y Fred Zinnemann. Por lo tanto las bases estas muy claras y la puesta en escena es totalmente redonda y sin fisuras al partir de una historia muy eficiente. Peter Hyams eso sí y como es habitual en sus películas se encarga de reescribir al completo el guión original para que encaje con el público al que va destinado y con el entorno espacial al que ha sido adaptado.

Sin duda junto a la estación espacial y los decorados exteriores, es Connery el auténtico y único protagonista en un papel que es el culpable directo de la reinvención que tuvo el actor dentro del cine de acción de los 80s. A Connery lo vimos en La Caza del Octubre Rojo, en La Roca, en Los Vengadores; Los Intocables, La liga de los hombres extraordinarios… etc…, pero, aunque el actor siempre partió de la acción debido a su personaje de James Bond, es en ‘Atmósfera Cero’ donde coge la presencia física que le definiría de cero o de nuevo durante casi dos décadas más.

Vista hoy la película es una delicia visual. Por supuesto el cgi no existía por lo que todo se consigue a base de decorados, maquetas y transparencias y eso le da a la película una apariencia única que como decimos, es lo más parecido al Alien de Ridley Scott. Pero, es la dirección pausada de Hyams la que otorga entidad a la película y la que poco a poco va gestando el misterio y el ambiente necesario para que quedes totalmente introducido en lo que se te cuenta. Es cierto que si le quitamos la ambientación, la película no llegaría a las cotas de calidad que posee ya que tanto los personajes y lo que se nos cuenta no es un prodigio narrativo, pero, las películas hay que mirarlas en su conjunto y en su ubicación y ahí, ‘Atmósfera Cero’ es uno de esos ejemplos de lo sencillo que parecía hacer buenas películas fantásticas en la década de los 80s.

Repetir de nuevo que desde ‘Atmósfera Cero’, Connery subiría a la gloria con personajes únicos en películas como El Nombre de la Rosa, Los Intocables de Eliot Ness, Los últimos días del Eden o La Caza del octubre Rojo, pero, como decimos, es aquí en el año 81 cuando Connery muta su presencia de galán con peluquín por la de hombre maduro sin complejos de calvicie y canas.