Tras tocar fondo con Muerte Súbita, la carrera de Peter Hyams no podía ir a peor ¿o sí? Pues no, The Relic, realizada en 1997 es un paso adelante y una forma de intentar buscar un recuero del Peter Hyams pasado. si en Muerte Súbita, Peter Hyams recurria a La Jungla de Cristal para intentar llenar las salas de cine, aquí recurre a Aliens, el regreso con un toque particular y es que, The Relic, se vuelca en el terror y en la acción con tintes de serie B y un cuerpo de victimas y héroes llamados a salvar a la humanidad de una bestia terrible surgida del averno.
Así tenemos todos los tópicos de este tipo de películas y un museo como lugar del que no se puede escapar de la bestia. Pero si en su película anterior olo veíamos pereza, en esta vuelven a verse motivos para creer en Peter Hyams, para empezar la fotografía vuelve a tener valor y a ser una pieza muy cuidada en la obra y los actores y personajes vuelven a tener relevancia e interés, el resto es lo de siempre, gotas de misterio, pinceladas de terror y un poco de acción con héroes que no son héroes e imbéciles a los que gusta ver como son devorados.
Esta producción, a cargo de Gale Anne Hurd, reconocida por su destacada contribución al género fantástico con obras emblemáticas como “Aliens” y “Terminator 2”, se inspira en la novela de Douglas Preston y Lincoln Child, titulada “The Relic, el ídolo perdido”. Si bien los cambios en la trama con respecto al libro pueden generar controversia, la película ofrece una atmósfera opresiva, efectos especiales notables y un giro argumental inesperado.
Obra de la Paramount, nos lleva por un viaje de terror con monstruo lovecriano. The Relic con su atmósfera opresiva, extraña fotografía, virajes de guión totalmente diferentes del libro y unos notables efectos especiales gracias a Stan Winston y por cierto, pulidos en la moderna versión de blu-ray ( los digitales ), nos deja una impresión sobrecogedora en algunos pasajes, una incertidumbre de horror donde la ciencia y el conocimiento ancestral van cogidas de la mano.
El dilema que plantea la película es su incapacidad para infundir el temor que su género demanda; si bien es inquietante, no alcanza el escalofriante nivel que sería deseable. Se sumerge en las convenciones propias de la industria hollywoodense, aunque no se puede negar su espectacularidad. Los desafíos de la trama surgen, en gran medida, de las desviaciones con respecto a la obra literaria original. Los personajes, por su parte, se reducen a arquetipos genéricos, lo que genera una sensación de déjà vu y evoca a numerosas obras similares, como “La Bestia bajo el Asfalto”, “Parque Jurásico”, “Depredador” y “La Cosa”. Resulta especialmente evidente el eco de “Alien”, dado que una escena en particular, en la que la bestia recorre con su lengua el cuerpo de Miller, parece extraída directamente de la tercera entrega dirigida por David Fincher.
Por si fuera poco, el giro de la trama que debiera ser la sorpresa final se sabe casi media hora antes de que nos lo digan, y en mi opinión el monstruo no tendría que haberse descubierto hasta el mismísimo final. En fin, son cosas como estas las que hacen que este tipo de adaptaciones no lleguen a impresionar a los que de verdad esperan algo más que la típica película americana de horror y ciencia-ficción destinada al consumo fácil, de rápida asimilación y olvido.
En definitiva, estamos ante un película de la época crepuscular, lúdica y volatil de Peter Hyams pero, gracias a algunos de los actores, a la base férrea en la que se basa el film, la producción de Gale Anne Hurd, la técnica de Stan Winston y sobre todo el buen hacer de su director (con enfásis en la fotografía), el film resulta estimulante tanto en la faceta visual como la narrativa, una suerte de encerrona Hawksiana vestida de niña irritante de los 90s que consigue tranquilidad fílmica y aguantar el paso del tiempo.