El retrato grotesco de lo mundano: una mirada sensorial a Ticks (Infested)
En 1993, Ticks (también conocida como Infested y Garrapatas en español) emergió como un homenaje a las criaturas grotescas dentro del marco de las producciones de serie B. Bajo la dirección de Tony Randel y con un guion de Brent V. Friedman, este filme se posiciona como un híbrido entre el horror corporal y la crítica social disfrazada de simple entretenimiento. La película, con su narrativa aparentemente trivial, encierra una experiencia sensorial que explora los límites del miedo a lo cotidiano, transformándolo en algo profundamente perturbador.
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La fotografía: entre la claustrofobia y el espanto
La labor fotográfica de Steve Grass y Jacques Haitkin encapsula un ambiente denso y opresivo. Los bosques californianos, habitualmente representados como espacios de libertad y descubrimiento, se convierten aquí en un laberinto hostil y alienante. Las tomas cerradas sobre la naturaleza selvática subrayan una sensación de encierro, mientras que los tonos verdes oscuros y marrones fangosos refuerzan la corrupción del entorno. La cámara se detiene en detalles inquietantes: la textura translúcida de los huevos de garrapata o la piel sudorosa y tensa de los personajes infestados, que casi pueden sentirse táctilmente.
Dirección de arte: un microcosmos de decadencia
El diseño de producción transforma la naturaleza en un campo de batalla entre la modernidad y lo primitivo. Las cabañas desvencijadas y los laboratorios improvisados de los agricultores contrastan con los elementos orgánicos desbordados: lianas, maleza y, por supuesto, las omnipresentes garrapatas. El diseño de las criaturas, claramente artesanal, no busca la perfección visual, sino una fisicidad que evoca asco y fascinación. Las marionetas y los modelos usados para las garrapatas logran una presencia corpórea que los efectos digitales modernos rara vez alcanzan.
Banda sonora: el eco del pánico
La música de Daniel Licht y Christopher L. Stone utiliza tonos graves y pulsaciones rítmicas para amplificar la tensión. Los momentos de silencio, rotos por el crujir de hojas o el zumbido de insectos, son igualmente efectivos para generar un estado constante de alerta. Las composiciones no solo acompañan el miedo, sino que también lo amplifican, sumergiendo al espectador en una atmósfera de inminente catástrofe.
Subtexto y narrativas veladas
Bajo su superficie de película de monstruos, Ticks presenta una crítica implícita al abuso de tecnología y químicos en la agricultura. Los esteroides y hormonas utilizados por los agricultores simbolizan la corrupción de los ecosistemas en pos del beneficio económico. Esta intervención humana resulta en una naturaleza vengativa, representada por las garrapatas mutantes que son tanto víctimas como agresoras. Además, el filme explora la fragilidad de las relaciones humanas en un entorno hostil, donde los adolescentes deben confrontar sus traumas personales en un contexto que amplifica su vulnerabilidad.
El elenco: caricaturas entrañables
El grupo de adolescentes liderado por Rosalind Allen como Holly y Peter Scolari como Charles aporta una energía heterogénea. Destaca Alfonso Ribeiro, quien rompe con su imagen de Carlton Banks en El príncipe de Bel-Air, ofreciendo una interpretación inesperada como el problemático Panic. Seth Green, en el papel de Tyler, logra transmitir una vulnerabilidad que humaniza la narrativa. Clint Howard, por su parte, entrega una actuación que bordea lo grotesco, convirtiéndose en una de las figuras más memorables del filme.
Conclusión: una joya de la serie B
Ticks es mucho más que una película de terror sobre garrapatas mutantes. Es una exploración de los miedos primordiales revestida de humor negro y efectos prácticos. Aunque puede carecer de la pulcritud de las producciones de gran presupuesto, su autenticidad y compromiso con el género la convierten en un título imprescindible para los amantes del cine de terror artesanal. Cada elemento —desde la fotografía hasta la música— contribuye a una experiencia sensorial que deja una marca indeleble, como una mordida que se siente mucho después de los créditos finales.