Puntuación: 7

Al igual que no soy amante del cine de Santiago Segura al menos hasta la fecha, no lo soy tampoco de su clone americano el comediante Sacha Baron Cohen. Pero debo admitir que ambos usan muy bien la megalomanía, el espectáculo y la ironía para sacar públicamente las costuras de la sociedad en la que viven. De este modo, la comedia siempre ha sido un buen vehículo de denuncia social y estos dos lo emplean de una forma muy particular.
Este es el claro ejemplo de lo que debió ser Zoolander 2 en vez de lo que fue. No estamos ante la mejor película del año, eso seguro, pero, estamos ante una comedia que cumple, entretiene y hasta denuncia y te mantiene en una comedida tensión durante todo su metraje.
Aunque en sus dos últimos proyectos no apuesta por el falso documental y sí por una narrativa de ficción cómica, el cine de Baron Cohen ya posee un tono soterrado inmune al formato en el que se presente, es decir, posee ya una firma propia que se sirve del gamberrismo, de ruidos y de tabúes, para mostrar las oscenidades de la sociedad donde vive.
Estamos ante la historia de dos hermanos separados que se reencuentran uno situado en la clase \»chaw\» inglesa y el otro en el “establishnent\’ convertido en una especie de James Bond, basta en la combinación de acción y humor en la primera parte del filme, y humor y acción en la segunda.
Y como nombramos el término acción, pues resulta lógica la elección de Leterrier (Transporters) que consigue hacemos creer a ratos que nos encontramos en medio de un thriller de espionaje, aunque eso sí, no penséis que mezcla a la perfección ambos géneros para que la acción tenga la tensión real demandado como fue el caso de Kingsman. Aquí por desgracia para los amantes de la acción pura, siempre sabemos que estamos ante una comedia y por ende, la tensión dramática de las Set pieces made in Leterrier son un simple anécdota bien rodado, pero sin fuerza suficiente para ser el peso de la función.

Pero en cambio, es en la mordacidad del guión y del propio Cohen, donde a velocidad de vértigo vemos un sketch tras otro en los que poder disfrutar y sacar punta a una ya citada sátira social, donde el cómico no deja títere sin cabeza como el que no quiere la cosa.
Por eso, Agente Contrainteligente nos parece una muy buena comedia que nadie debería dejar de disfrutar.

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