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La nave estelar Dark Star se dedica a destruir planetas inestables para dejar listos para colonizar sectores enteros de la galaxia. Pero después de varios años la astronave padece numerosas averías (aún no reparadas) y sus tripulantes están al borde de su salud mental. Al afrontar una lluvia de meteoritos, la Dark Star, las comunicaciones quedan seriamente afectadas, en especial las que permiten al mando de la nave darle órdenes a las bombas inteligentes planetarias. Ahora, a punto de culminar otra misión, las averías provocan que la bomba número 20 entre en rebelión y decida explotar sin desprenderse de la nave. La tripulación, desesperada, deberá intentar dialogar con la bomba y convencerla de que aborte la cuenta regresiva; mientras, el tiempo corre.

Dark Star (1973) es una película ante todo diferente y quizá por tal motivo merezca un criterio diferente. No hay que olvidar que fue el antecedente de Alien (el mismo guionista después configuraría Alien como una versión seria de Dark Star). Una película, en cualquier caso, cuya temática se adelantó a su tiempo en muchos aspectos.
No tiene efectos especiales destacables (es claramente serie B), las breves escenas de acción no aportan un gran dramatismo, y algunas de las situaciones cómicas son cuando menos un tanto naif.
Por lo demás, el buen hacer de un director solvente, como es John Carpenter, muestra de un modo simpático, honesto y novedoso los efectos del aislamiento y la incomunicación: el hastío de compartir durante años un minúsculo espacio con la misma gente así como el deterioro psicológico que padece cada uno de los personajes. Conversaciones sin sentido, donde cada uno habla de lo suyo sin escuchar al resto. Quejas hacia la compañía que les ha contratado y aparentemente engañado. Muestra a la Humanidad como depredador galáctico. Un esbozo de los problemas heredados de la inteligencia artificial (en homenaje a Hal 9000). También es apreciable el cómo resuelve visualmente el hiperespacio (Lucas debió de verla antes de hacer Star Wars) y cierta preocupación por aspectos científicos y técnicos en relación a las distancias interestelares que pocas veces se tienen en cuenta.
En definitiva, una película honesta y cuasi-experimental, alejada por completo del cine comercial de ciencia ficción, que aborda el tema espacial desde un punto de vista muy novedoso.
Una película muy interesante. Si uno espera encontrarse «Star Wars» o «Alien», siquiera un producto comercial como «Las Crónicas de Riddick», que lo olvide. Pero como pieza de museo, es muy recomendable para aquellos interesados en «arqueología» del cine o aquellos que simplemente quieren ver una película diferente, sobre todo diferente… y buena.