CARATULA-VHS-CINEMATTE-FLIX-11CAZADORES

La última esperanza de la ahora aniquilada Humanidad se encuentra en un objeto mitológico cuyo poder podría evitar el holocausto.
También es el resorte para una aventura de no creérselo: nazis malvados, guerreras amazonas, enanos de las cavernas, peleas de kung fu, templos milenarios. ¡Todo es posible!

A mitad de la maravillosa década de los ’80 era habitual cruzarse con películas muy comerciales sobre trepidantes aventuras, maldiciones, seres fantásticos y demás; algunas han quedado en la memoria de los espectadores y demás cinéfilos arqueólogos y otras se quedaron allí, en la época que se hicieron para no volver jamás. El todoterreno Cirio H. Santiago, después de desplegar su «talento» en títulos tan fácilmente olvidables como «Silk», «Venganza Desnuda» o «Destructores», decidió descolgarse ese mismo 1.986 con la que sería una de sus obras más caras y ambiciosas.
Escrita por el director J. Lee Thompson, «Cazadores del Futuro» fue una coproducción entre EE.UU., Filipinas y Hong Kong, y a simple vista puede engañarnos teniendo en cuenta su inicio, porque durante un buen trecho el director nos vuelve a bombardear con sus tan trilladas paranoias post-apocalípticas «madmaxianas» a las que se afilió desde «Stryker»; y con ello hace su entrada triunfal Richard Norton, uno de los actores fetiche del filipino, en su primera colaboración.

Se nota que éste maneja más presupuesto del acostumbrado porque el espectáculo que nos regala durante esos primeros diez minutos poco tiene que ver con sus anteriores trabajos del género; persecuciones en coche, peleas, explosiones, carreras, y ni una de las secuencias ha salido de una película suya anterior (ese famoso «corta y pega» que tanto le gusta y que a mí tanto me irrita). Podría seguir así la historia y a un servidor no le importaría, sin embargo Santiago se propone ser original (que tampoco tanto…) y utiliza un elemento muy propio de la fantasía: la punta de lanza que hirió a Jesucristo.
Descabellado cuando menos, el artefacto permite al protagonista viajar al pasado y hacer lo posible para evitar la catástrofe nuclear. Y aquí la película se descalabra sin remedio; a esta premisa calcada de la de «Terminator» se une una joven pareja que sin saberlo se convierten en los salvadores de la raza humana: la intrépida Michelle y Slade (que irá evolucionando a grandes e incoherentes niveles con el avanzar del metraje). Adiós a la violencia post-apocalíptica, ahora la línea a seguir es la marcada por «Indiana Jones», «El Templo de Oro», «Tras el Corazón Verde», «La Gran Huida» y otros títulos de similar temática.

Y están los dos pobres chicos, que se meten en esta intriga de la manera menos creíble posible, tratando de buscar a un supuesto profesor que les revele dónde está el resto de la lanza mientras huyen de un grupo de nazis paranoicos que no se sabe cómo ni por qué demonios conocen toda esta historia. Esto un claro ejemplo de a qué nivel de desastre argumental se halla esta obra; absolutamente todo lo que presenciaremos a partir de ahora serán secuencias de acción filmadas de una forma un tanto mediocre y presentadas sin orden ni concierto con la intención de servir de unión del pobre hilo narrativo.
Hay muchos viajes, el primero a Hong Kong, y sólo sirve para mostrar a personajes que no van a aparecer de nuevo además de para incluir en el film una ridícula pelea de kung fu (una de las escenas más innecesarias de la Historia del cine, ¡y con el mítico Hwang Jang-Lee y uno de los imitadores de Bruce Lee en sendos cameos!). El siguiente a Filipinas, y ahí la sucesión de hechos, interacciones entre personajes (a cual más absurdo) y sorpresas alcanza lo inenarrable; queriendo desplegar una gran aventura, Santiago hace correr al dúo protagonista por junglas, selvas, puentes, lagos, ciudades, cavernas, y los enfrenta con los peligros más insospechados.

Desde una tribu perdida de amazonas donde la chica tiene que luchar con una de ellas hasta un clan de enanos (típico del director) refugiados en cuevas que solicita la ayuda de la pareja; lo más gracioso es que aquí los personajes van apareciendo y desapareciendo como si tal cosa y todos parecen estar deseando ser parte de esta aventura sin que encajen en ningún sitio. Todo es carrera, frenesí, violencia de cómic y acción por acción mal presentada y mal dirigida, por mucho que se empeñe el director en vendernos un tremendo y entretenido espectáculo.
La guapa y nada carismática Linda Carol y un jovencísimo Robert Patrick, que también se convertiría en uno de los habituales del anterior, lidian como buenamente pueden el horrible y muy heterogéneo plantel que aquí encontramos, siendo lo más destacado la aparición de Norton y Jang-Lee (repitiendo uno de sus papeles más conocidos). Qué desvergüenza la del filipino, quien para acabar nos obsequia con uno de esos finales que de ridículos resultan muy graciosos; y es que la aventura se transformó en desventura desde que se decidió cruzar la barrera del tiempo.

Además, la punta de lanza, como todo en esta película, no se explica cómo se usa ni para qué sirve; aquí no se explica nada ni falta que hace, y el sinsentido campa a sus anchas. Imagino que esta película, en manos de gente como Richard Fleischer, Robert Zemeckis, John Guillermin o el mismo J. Lee Thompson, habría sido muy diferente.
No merece la pena recordarla ni por la nostalgia que transmite el cine de fantasía y aventuras de los ’80. Y atención a la banda sonora «techno/rock» de Ron Jones, que no tiene desperdicio.

Título original
Future Hunters
Año
1986
Duración
96 min.
País
Estados Unidos Estados Unidos
Dirección
Cirio H. Santiago
Guion
Anthony Maharaj, J. Lee Thompson
Música
Ron Jones
Fotografía
Ricardo Remias
Reparto
Robert Patrick, Linda Carol, Ed Crick, Bob Schott, David Light, Paul Holme, Peter Shilton, Ursula Marquez, Elizabeth Oropesa, Bruce Le, Hwang Jang-lee, Richard Norton
Productora
Coproducción Estados Unidos-Filipinas; Lightning Pictures