Estamos ante una de las películas Cannon por excelecia, no por calidad claro está, eso en Cannon no era habitual, pero si por su concepto que une ninjas, posesiones infernales y uno de los rostros y cuerpos más bellos del cine de la productora, en definitiva, erotismo, terror y acción por partes iguales todo a base de poco giuón, poca factura técnica y mucho calentador, humo con luces de colores, mallas y culos prietos. Vamos un ejemplo perfecto de lo que fue el cine de videoclub de la Cannon.
Estamos ante la tercera entrega de la trilogía ninja de Shô Kosugi, aquí mucho menos protagonista que en las dos anteriores. pero no hablamos de una trilogía del mismo universo con personajes continuos sino ante una trilogía de misma temática y actor, es decir una trilogía de ninjas con el actor marcial Shô Kosugi. No es ni la mejor ni la peor de las tres entregas lo que si es mi favorita por la sencilla razón de mezclar las posesiones con lo ninja y contar con Lucinda Dickey, quien nos acabaría enamorando a todos un año después en la película ‘Break Dance’ y su secuela ‘Electric Boogaloo’ donde haría el papel de la entrañable Kelly.
Vista hoy día, la película puede hacer reir a más de un ilustrado de esos que busca diálogos perfectos y lógica argumental pero es que en esta época la lógica no tenía cabida o más bien no tenía obligación de aparecer en el cine de bajo presupuesto por eso con la casi extinción de la serie B, “Ninja III: la dominación” sería un film muy difícil de producir para ser exhibido en cine en el año 2023. Y es que, hasta la década de los 90, se han creado multitud de raras avis antológicas que hoy día se han revalorizado, porque las producciones de streaming actuales o carecen del encanto que estas poseen o simplemente intentan imitarlas de forma artificial.
“Ninja III: la dominación” es una combinación imposible de géneros: aventuras, acción, magia, musical ochentero, amor, artes marciales, posesión y terror (más o menos), “inspirándose” desde “El exorcista”, pasando por “Poltergeist (Fenómenos extraños)”, “El ente”, hasta llegar a “Flashdance”, la propia de la factoría de la Cannon “La manzana”, que sigue siendo una joya inolvidable poco conocida, y todo sumado a las predecesoras del caso presente, ya que este film de Sam Firstenberg es secuela de “La venganza del Ninja” y su primera parte “La justicia del Ninja”, con inverosímiles escenas de masacres y peleas karatekas. Aunque beba de muchas, no hay duda que es una película inimitable.
Sam Firstenberg, artesano de la Cannon, la rueda con rutina, pero consigue uno de sus mejores productos. Una serie B muy infravalorada que como ya hemos dicho hoy día no se podría rodar ni a nivel de producción ni tampoco, a nivel de atrevimiento.