Puntuación: *****

Dolor es lo primero que debo destacar en esta reseña crítica de Las Crónicas de Blancanieves: El cazador y la reina del hielo. Y es que, me duele sinceramente lo que voy a escribir ya que tras el anuncio de esta especie de precuela extraña, el deseo por querer disfrutar de una obra que contaba entre sus filas con Charlize Theron, Jessica Chastain y Emily Blunt, fue enorme, fue incluso un sueño húmedo podríamos decir. A las tres deidades fílmicas del momento les acompañaba el odiada aunque por mi querido Chris Hemsworth, un rostro y un cuerpo que recogen todas las virtudes para ser el relevo generacional aún no llegado de los grandes actores del cine de acción de los 80. Al final este sueño húmedo se ha convertido en una dolorosa maldición en forma de pesadilla fílmica incrustada en el interior de una pantalla de cine.

Pero ¿qué ha sucedido? La primera película no era sobresaliente, pero se dejaba ver con cierta motivación. No se tomaba en serio a sí misma ni pretendía trascender pero, una cosa es no tomarse en serio y otra muy distinta burlarse de uno mismo. 
El cazador y la reina del hielo muestra un mundo de fantasía sobrecargado, un elenco grande en nombres, que digo grande, mágico, y ramplón en resultado y una saturación de efectos digitales con escenas demasiado veloces capaces de enfadar a todo aquel que tenga cierto amor por el cine de acción y aventuras. Además, el humor aflora en exceso pasando así esa delgada línea que hace que la tensión dramática deje existir a causa de una saturación de comicidad burda e inútil.

Como hemos dicho, Chris Hemsworth y Charlize Theron (cazador y reina Ravenna respectivamente), siguen en el reparto y se incorporan Emily Blunt y Jessica Chastain aunque en realidad, ninguna de las dos tiene personajes memorables o bien perfilados lo que termina por doler aún más. Blunt es la hermana de la reina Ravenna, llamada Freya (la reina del hielo). Chastain es una guerrera, experta arquera, enamorada del cazador Eric (Hemsworth).
Así, en la primera parte, la dirección corría a cargo de Rupert Sanders quien dejó buenas sensaciones y dio pie a esta precuela continuatoria que ha caído en manos de Cedric Nicolas-Troyan, un inutil que mucho debe aprender para no ser un \”ser\” odiado de por vida.
Por tanto, lo que prometía diversión y placer, ha terminado siendo el reflejo de apatía y dolor. Un espejo que deforma la belleza es la única metáfora fílmica que se puede sacar de una obra que cuenta con el rostro de Blunt, Chastain y Theron, deformados a causa de la ineptitud de un hombre (su director) que quiso ser valiente. Algo imperdonable.

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