Una chica es enviada a la cárcel por tráfico de drogas, y allí comprobará que la vida en prisión es un verdadero calvario: la inflexible superintendente McQueen se encarga de castigar duramente a las reclusas; para ello cuenta con la colaboración de un sádico médico que, además de violarlas, hace experimentos con ellas, aplicándoles el electroshock. La situación es tan insoportable que las reclusas deciden preparar un plan de fuga.

Primera película de Jonathan Demme que en el año 92 ganó un Oscar con El silencio de los corderos.
Esta cárcel caliente es ejemplo del género que se prodigó durante un tiempo de reclusas vejadas, sufriendo acoso en las duchas y sadismo variado.
Tiene su morbo, que en definitiva es lo que te hace verla. Las diferentes secuencias quedan sin concretar, bastante pobres y malas, aún así importa poco, es como si el director supiera que al espectador le va a dar igual qué es lo que va a pasar luego o si el guión es bueno o malo. Que tampoco es tan malo para lo que hay.
Ejemplo del guion:
UNA DE LAS PRESAS:
-Ese es Jack, el fulano que me desvirgó…
La secuencia de la huida en el campo entre los arbolitos es del más puro estilo Benny Hill. Bueno, si le pones la música hasta te ríes.
Lo que hubiera disfrutado Benny Hill de carcelero con su colega el viejecito de malas pulgas persiguiendo a esas mujeres…