Estamos ante una de las joyas más grandes y originales de la Historia del cine de terror. “Hellraiser” es un film tan fascinante que visto incluso más de dos décadas después de su realización sigue resultando increíble. “HELLRAISER” acierta de lleno tanto en su vertiente argumental, con un excelente guión y una historia interesantísima, como en la de su realización, con efectos verdaderamente asombrosos (y más viendo el año en el que se hizo). Es perversa, sangrienta, repulsiva, una película única que ha sido imitadísima en muchos films incluso de temática distinta (véase sin ir más lejos alguna muerte de la saga “SAW” que plagia descaradamente la tortura con las cadenas y los ganchos). Pero “Hellraiser” no es solo sangre y vísceras como apuntan sus detractores, sino que cuenta una historia que atrapa fácilmente repleta de detalles de lo más originales, aunando en un mismo pack aspectos tan dispares como el tema sadomasoquista con la demonología, lo onírico o el propio slasher. A destacar también la dirección del debutante Clive Barker (que no ha vuelto a hacer una película tan redonda ni tan buena, aunque tampoco ha hecho muchas más) se ve estupenda y muy profesional y las interpretaciones (destacar a Clare Higgins que está soberbia como la malvada madrastra y a la heroína Ashley Laurence, una espléndida “final girl” mítica del género -que me cautivó-, sin pasar por alto la del mismísimo icono del film, Doug Bradley, como PINHEAD, líder de los cenobitas). Mencionar que fue el inicio de una larguísima saga, repleta de películas nefastas en su mayoría que se cargaron por completo la esencia del film original. “Hellraiser” es un clásico con mayúsculas, una obra maestra del terror que no se anda con medias tintas, es bizarra, es violenta, es magnífica, es ya un auténtico estandarte y por supuesto imprescindible para todo amante del género. Es, como ya he dicho.