Andrew Norris es el nuevo profesor de música del Lincoln High School. Allí conoce a Peter Stegman y su banda, un grupo muy conflictivo que hace la vida imposible a profesores y alumnos. Pero lo que cree solo un problema con unos chicos problemáticos dará lugar a un brutal baño de sangre.

Una de las mejores películas gamberras de los 80: Un instituto con un montón de vándalos, punkies, traficantes y demás gentuza que hacen literalmente lo que les sale de los huevos. En la entrada policía y un arco de seguridad que no sirve para nada. Todas las paredes pintarrajeadas y llenas de graffitis. Aquello más que un instituto parece un Port Aventura para gañanes. Una auténtica fábrica de lumpen. La panacea del fracasado escolar. Para que haga una visita el Ministro de Educación y salga llorando. Suponiendo que saliera vivo.

Y en medio de este caos, un nuevo profesor comprometido y responsable dispuesto a ejercer de aguafiestas. Con lo bien que se lo están pasando las pobres criaturas. Y entonces aquello se va convirtiendo, como el que no quiere la cosa, en una espiral de violencia que solo puede acabar de la peor manera posible.

Magnífico desarrollo argumental (argumental? bueno, por decir algo), interpretaciones más que correctas, violencia gratuita y en definitiva una pasada de rosca en toda regla. Nada es creíble pero, ¿a quien le importa?