Gordon Willis trabajó por vez primera con Woody Allen en Annie Hall. Pero explotó en Manhattan aunque su trabajo en Interiores también es una salvajada. Han pasado ya casi 40 años desde la oda de Allen a Nueva York, la película más hermosa de su director y una, como apuntaba Jessica Kiang en Indiewire, donde las imágenes acaban sustituyendo a los diálogos que escribe junto a Marshall Brickman. El próximo 10 de marzo, el FilmForum de Nueva York estrena una versión restaurada a partir del negativo original de la película, y aquí os dejamos su tráiler, aunque solo sea por ponerlo a toda pantalla para disfrutar de una imagen histórica como pocas en el cine contemporáneo.

Tráiler de la remasterización 4K del film (tráiler a 1080p)

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=5Xo-AnBn8H0]

Review crítica Manhattan

Puntuación: *****
Visual: *****
Narrativa: *****

Aunque fue Annie Hall el trabajo oscarizado de Woody Allen, encontramos aquí la cúspide de su recorrido cinematográfico. Simplemente para descubrirse cuando, acompañado de la música de Gershwin y a través de una fotografía que rezuma poesía en imágenes, en unos pocos minutos nos regala una más que eficaz descripción de Nueva York, completando así uno de los mejores arranques de película que uno es capaz de recordar. Porque esta película se guarda en la memoria como el sabor de un vino añejo, el olor de la tierra mojada tras la tormenta o la textura de la piel de un bebé. La ciudad cobra entonces vida y protagonismo, junto al propio Allen y Diane Keaton, para hablarnos de amores y desamores, dudas y desengaños, reflexiones e ironías a las que el mundo de Woody tiene acostumbrados a quienes no saben cansarse de su estilo narrativo y visual. Éste último aquí aprovechado por él, posiblemente como nunca, con el hábil manejo de la profundidad de campo y amplios planos secuencia.
Se puede así disfrutar de un guión redondo con diálogos ocurrentes llenos de referencias intelectuales y también sarcásticas, donde mención especial merece Mariel Hemingway, de cuya dulce interpretación uno termina de enamorarse para, deseando emular otro guión del director, querer que salga de la pantalla y arrullarla entre los brazos desde el patio de butacas. Pues esta obra de Allen es en definitiva eso: algo que se convierte en cotidiano, pero que no aburre; de modo que cuando nos sorprende el final aún en pleno disfrute no queremos sino que un alma caritativa rebobine la cinta y comiencen de nuevo los acordes de “Rapsody in blue” y las imágenes en blanco y negro de los parques, aceras, puentes y rascacielos de Manhattan.

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