Ahora que la superpoblaciĆ³n estival casi se ha convertido en un problema para Nueva Tabarca, la Isla Plana, el singular enclave marinero perteneciente al municipio de Alicante, a tiro de piedra de la pesquera y turĆ­stica Santa Pola, es oportuno recordar viejas historias que abundan en la memoria local.

Hace ahora 51 aƱos, en 1971, Tabarca habƭa dejado pasar varias oportunidades de salir del atraso y dotarse de los adelantos que en la penƭnsula ya eran comunes, como la corriente elƩctrica y el agua potable. En los estertores del franquismo, otras localidades y otras costas recibƭan la influencia de un desinhibido turismo europeo que contrastaba con la rigidez e intolerancia de un rƩgimen que se resistƭa a morir.

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Fue en ese aƱos cuando un grupo de cinco jĆ³venes franceses sintiĆ³ la curiosidad de pasar una temporada en la isla, que poco a poco se acostumbraba a un incipiente turismo veraniego pero observaba con extraƱeza la visita invernal de aquellos extranjeros. Tras una penosa navegaciĆ³n, dos de ellos desistieron y solo tres arribaron al destino previsto.

Martine y Jean FranƧois Garry relataron su experiencia en una revista francesa especializada en asuntos marinos, La Chasse-MarĆØe: “No habĆ­amos venido a divertirnos, sino a observar, ingenuamente, con el entusiasmo de la juventud, un grupo humano, aislado en una isla. Acabamos de salir en Mayo del 68, con la esperanza de una vida mejor y mĆ”s fraternal. Las tentativas de convivencia comunitaria surgĆ­an, en Francia, por todas partes y querĆ­amos experimentarlo en nuestra carne, viviendo cinco personas en un velerito y acercĆ”ndonos a una comunidad humana que fuera autĆ©ntica de verdad”.

Tienen dificultades, su barco no es tan recio como imaginaban, asĆ­ que una familia los acoge en su casa: “Tomas e Isabel viven modestamente, como todos los tabarquinos, pero no dudan en compartir con nosotros la cena, a la luz de un candil
Tienen dificultades, su barco no es tan recio como imaginaban, asĆ­ que una familia los acoge en su casa: “TomĆ”s e Isabel viven modestamente, como todos los tabarquinos, pero no dudan en compartir con nosotros la cena, a la luz de un candil. Nos cuentan cosas de la isla, los nĆ”ufragos, la pesca. Hablan poco de sus dificultades y saben poco de su origen genovĆ©s, que hace recordar sus apellidos con sonoridad italiana”.

Con sus cĆ”maras y pelĆ­cula de 16 milĆ­metros, los jĆ³venes franceses, ruedan una pelĆ­cula que mĆ”s tarde se pierde, pero conservan parte de las grabaciones realizadas y en 2014 les permite realizar un documental de 28 minutos que 40 aƱos de su primer viaje pudieron mostrar en la isla y que aĆŗn puede verse en Youtube.

El hilo conductor de la pelĆ­cula original era Pepe, un personaje extravagante al que los autores del artĆ­culo describen recitando extraƱos sermones en valenciano, “en ellos se mezclan San Pedro, la coca-cola y las chicas en bikiniā€¦ . Las chicas que Ć©l ve en verano exhibiĆ©ndose y que no se preocupan de la mirada de los autĆ³ctonos. Es difĆ­cil saber si Pepe encuentra el espectĆ”culo indecente. Ɖl, es un devoto de los santos patrones del pueblo, San Pedro y San Pablo, que protegen a la isla. Pero Tabarca, no deja de estar abandonada a su destino: sin agua corriente, sin electricidad, sin sacerdote, sin grandes riquezasā€¦ Los tabarquinos viven al margen de la sociedad espaƱola”.

El documental, apenas una sucesiĆ³n de imĆ”genes salpicadas de textos explicativos, dibujos y fotografĆ­as es, no obstante, una joya: permite observar la vida cotidiana de una humilde comunidad de pescadores, aislada, escasa de recursos pero generosa, en la que los niƱos estudiaban hasta los 14 aƱos y luego se hacĆ­an a la mar.

El documental, apenas una sucesiĆ³n de imĆ”genes salpicadas de textos explicativos, dibujos y fotografĆ­as es, no obstante, una joya: permite observar la vida cotidiana de una humilde comunidad de pescadores
En sus Ćŗltimos fotogramas, una excavadora actĆŗa: llegan noticias de que se va a construir un hotel y derribarĆ”n las edificaciones recientes que se hayan hecho sin permiso. Y un concejal hace promesas de mejoras en los suministros que aĆŗn se harĆ”n esperar.

SerĆ” probablemente ese mismo edil, el concejal delegado de Tabarca Juan Carlos Tur Ayela, a quien se refiere una noticia publicada por la agencia Fiel, adquirida por EFE en aquella Ć©poca, y recogida en La Vanguardia del 13 de abril de 1971, en la que un grupo de “hippies” es “invitado a que abandonasen el territorio de su jurisdiccioĢn municipal. Los Ā«hippiesĀ» subieron a la barca y se dirigieron hacia Santa Pola. El concejal delegado dijo que no queriĢa que la isla de Tabarca, cercana a Alicante, se convirtiera en este aspecto en una nueva Ibiza”.

Tabarca 1971: una pelĆ­cula perdida y el concejal que no querĆ­a hippies “como en Ibiza”
Recuerdos de la isla alicantina
Unos jĆ³venes franceses grabaron en la isla alicantina unas imĆ”genes para un film que se perdiĆ³, pero que permanecen en un documental que completaron aƱos mĆ”s tarde con dibujos y fotografĆ­as
Eran los Ćŗltimos aƱos del franquismo, cuando un turismo incipiente se desarrollaba ante las reservas de una parte de la administraciĆ³n, dispuesta a expulsar a quienes consideraba un riesgo para la localidad

Ayuntamiento de Alicante
Ahora que la superpoblaciĆ³n estival casi se ha convertido en un problema para Nueva Tabarca, la Isla Plana, el singular enclave marinero perteneciente al municipio de Alicante, a tiro de piedra de la pesquera y turĆ­stica Santa Pola, es oportuno recordar viejas historias que abundan en la memoria local.

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Hace ahora 51 aƱos, en 1971, Tabarca habƭa dejado pasar varias oportunidades de salir del atraso y dotarse de los adelantos que en la penƭnsula ya eran comunes, como la corriente elƩctrica y el agua potable. En los estertores del franquismo, otras localidades y otras costas recibƭan la influencia de un desinhibido turismo europeo que contrastaba con la rigidez e intolerancia de un rƩgimen que se resistƭa a morir.

Tabarca, la isla alicantina que hoy es un destino turĆ­stico singular y una reserva marina y en los 60 pudo convertirse en un resort de lujo internacional.
Fue en ese aƱos cuando un grupo de cinco jĆ³venes franceses sintiĆ³ la curiosidad de pasar una temporada en la isla, que poco a poco se acostumbraba a un incipiente turismo veraniego pero observaba con extraƱeza la visita invernal de aquellos extranjeros. Tras una penosa navegaciĆ³n, dos de ellos desistieron y solo tres arribaron al destino previsto.

Martine y Jean FranƧois Garry relataron su experiencia en una revista francesa especializada en asuntos marinos, La Chasse-MarĆØe: “No habĆ­amos venido a divertirnos, sino a observar, ingenuamente, con el entusiasmo de la juventud, un grupo humano, aislado en una isla. Acabamos de salir en Mayo del 68, con la esperanza de una vida mejor y mĆ”s fraternal. Las tentativas de convivencia comunitaria surgĆ­an, en Francia, por todas partes y querĆ­amos experimentarlo en nuestra carne, viviendo cinco personas en un velerito y acercĆ”ndonos a una comunidad humana que fuera autĆ©ntica de verdad”.

Ayto. Alicante
Tienen dificultades, su barco no es tan recio como imaginaban, asĆ­ que una familia los acoge en su casa: “Tomas e Isabel viven modestamente, como todos los tabarquinos, pero no dudan en compartir con nosotros la cena, a la luz de un candil
Tienen dificultades, su barco no es tan recio como imaginaban, asĆ­ que una familia los acoge en su casa: “TomĆ”s e Isabel viven modestamente, como todos los tabarquinos, pero no dudan en compartir con nosotros la cena, a la luz de un candil. Nos cuentan cosas de la isla, los nĆ”ufragos, la pesca. Hablan poco de sus dificultades y saben poco de su origen genovĆ©s, que hace recordar sus apellidos con sonoridad italiana”.

Con sus cĆ”maras y pelĆ­cula de 16 milĆ­metros, los jĆ³venes franceses, ruedan una pelĆ­cula que mĆ”s tarde se pierde, pero conservan parte de las grabaciones realizadas y en 2014 les permite realizar un documental de 28 minutos que 40 aƱos de su primer viaje pudieron mostrar en la isla y que aĆŗn puede verse en Youtube.

Hemeroteca
El hilo conductor de la pelĆ­cula original era Pepe, un personaje extravagante al que los autores del artĆ­culo describen recitando extraƱos sermones en valenciano, “en ellos se mezclan San Pedro, la coca-cola y las chicas en bikiniā€¦ . Las chicas que Ć©l ve en verano exhibiĆ©ndose y que no se preocupan de la mirada de los autĆ³ctonos. Es difĆ­cil saber si Pepe encuentra el espectĆ”culo indecente. Ɖl, es un devoto de los santos patrones del pueblo, San Pedro y San Pablo, que protegen a la isla. Pero Tabarca, no deja de estar abandonada a su destino: sin agua corriente, sin electricidad, sin sacerdote, sin grandes riquezasā€¦ Los tabarquinos viven al margen de la sociedad espaƱola”.

El documental, apenas una sucesiĆ³n de imĆ”genes salpicadas de textos explicativos, dibujos y fotografĆ­as es, no obstante, una joya: permite observar la vida cotidiana de una humilde comunidad de pescadores, aislada, escasa de recursos pero generosa, en la que los niƱos estudiaban hasta los 14 aƱos y luego se hacĆ­an a la mar.

El documental, apenas una sucesiĆ³n de imĆ”genes salpicadas de textos explicativos, dibujos y fotografĆ­as es, no obstante, una joya: permite observar la vida cotidiana de una humilde comunidad de pescadores
En sus Ćŗltimos fotogramas, una excavadora actĆŗa: llegan noticias de que se va a construir un hotel y derribarĆ”n las edificaciones recientes que se hayan hecho sin permiso. Y un concejal hace promesas de mejoras en los suministros que aĆŗn se harĆ”n esperar.

SerĆ” probablemente ese mismo edil, el concejal delegado de Tabarca Juan Carlos Tur Ayela, a quien se refiere una noticia publicada por la agencia Fiel, adquirida por EFE en aquella Ć©poca, y recogida en La Vanguardia del 13 de abril de 1971, en la que un grupo de “hippies” es “invitado a que abandonasen el territorio de su jurisdiccioĢn municipal. Los Ā«hippiesĀ» subieron a la barca y se dirigieron hacia Santa Pola. El concejal delegado dijo que no queriĢa que la isla de Tabarca, cercana a Alicante, se convirtiera en este aspecto en una nueva Ibiza”.