Cómo si fuera un film de Armando Bo (si ustedes no lo conocen búsquenle), Sex and Fury es una película erótica de esas que podríamos denominar como floja si no fuese por un par de escenas que hacen que se convierta en uno de esos filmes de culto de los 70s que apenas nadie conoce y eso, tratándose de una película que podríamos enmarcar dentro de las artes marciales. Ya es hora de que la conozcan.

El papel de Isabel Sarli lo lleva adelante Reiko Ike, gran actriz de aquellos años 70 del cine japonés, una mujer que pretende vengar la muerte de su padre, quien fuera asesinado frente a sus ojos cuando era pequeña..
La crítica general de Sex and Fury es muy buena, el sitio internacional IMDB la tiene puntada con 7.1 al día de hoy lo cual la coloca en una selecta posición a la cual no se llega facilmente. Podemos denominar la obra como original y muy provocativa, una cosa muy loable para la época, llena de sensualidad y belleza visual muy a pesar de los leves toques gore que tiene.

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El cine erótico en japón es muy popular pero en su gran mayoría suelen ser películas volcadas hacia el terror, en su versión más gore. En ellas se implementan todo tipo de torturas acompañadas por jóvenes desnudas que las sufren. Aquí la cosa cambia y es el personaje femenino el que lleva la trama y por ende, las barbaridades sádicas.
En esta historia ambientada en Tokio durante la era Meiji, la joven Ochô (Reiko Ike), jugadora experta y carterista, ansía vengarse de los tres yakuzas que mataron a su padre cuando ella era una niña. Esta pickpocket tatuada ha basado toda su vida en la venganza y no dejará que nada ni nadie se lo impida, aunque sólo tenga tres cartas ensangrentadas (ciervo, jabalí y mariposa) como única pista para encontrar a los culpables.

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Así estamos ante la primera entrega de las aventuras sanguinoeróticas de Inoshika Ochô repleta de personajes extravagantes, amores imposibles (el anarquista y la espía inglesa encarnada por Christina Lindberg, una habitual del sexploitation europeo), luchas de espadas con litros de ketchup, erotismo explícito, momentos de humor para el olvido, duelos de póker entre femme fatales, monjas con navajas, sadomasoquismo, bondage, latigazos ante la cruz de Jesús, diversas violaciones y elixires que convierten a las vírgenes en ninfómanas o que son peligrosos venenos de origen alemán. Desde luego con este cocktail explosivo, si os gusta el cine trash, lo underground, la serie B, la sangre y los desnudos, no os decepcionará.
“Sex and fury” (1973) destaca por su extrema estilización en las escenas de lucha (todas ellas asombrosas para un título de estas características), por el uso que hace del color (predominando el rojo y algunos tonos apagados), por un montaje acertado y dinámico en un 70% del metraje (atención al duelo de póker, una escena al más puro estilo Sergio Leone), por su memorable repertorio musical (efectos sonoros incluidos) y sobre todo por no tomarse nunca en serio a sí misma (todo resulta caótico, desenfadado y sumamente divertido).
Deudora de la célebre “Lady Snowblood” (Toshiya Fujita, 1973) aunque bajo el filtro sexploitation, en el film de Norifumi Suzuki (cineasta con una filmografía altamente freak), como es costumbre dentro del género, subyace una mirada claramente feminista (dentro de un mundo machista en extremo) tras la historia de venganza. Y es que los hombres son presentados como pervertidos desalmados que disfrutan violando a mujeres, asesinando a aquellos que no comparten su ideología y alardeando de su constante infidelidad a sus esposas, a excepción de los que forman parte de la resistencia (en este caso, representados por el anarquista enamorado). Mientras las mujeres son eficaces y muy retorcidas a la hora de matar, los hombres (buenos) suelen ser torpes y sus métodos ridículos y excesivamente viscerales.
Un pinku eiga divertido, radical y pasadísimo de vueltas que hará las delicias de los fans del cine asiático sin pretensiones.

  • Puntuación: 7

Escena clave (+18) | La lucha desnuda y la danza de la muerte