¿Es el primer blockbuster moderno de la historia? ¿Es la primera película perfecta moderna? ¿Es la primera película moderna sin más? ¿Es el primer blockbuster obra maestra? ¿Es la primera obra maestra de género? ¿Es la película con ritmo perfecto? ¿Es la mejor película de tiburones? ¿Es una mezcla de ideas de Ford, Hawks y Hitchcock? ¿Tiene el mejor score sonoro del cine? ¿Tiene el mejor efecto práctico visual moderno?

Pues no voy a responder a todas esas preguntas pero puedo decir que casi todas la respuesta son sí.

Tiburón es una de esas joyas que el paso del tiempo la colocó donde debía estar; es también una de esas cintas que te atrapan desde el minuto uno y no te suelta hasta el final. Posee un ritmo tan perfecto que puedes verla las veces que quieras sin que nunca te llegue a cansar aunque para eso también hay que darle valor al trío de protagonistas y la perfecta puesta en escena que Spielberg hace de cada uno de sus momentos.

El taquillazo de Spielberg es quizás el símbolo más claro de que lo fue el nuevo cine americano. Una película que abandona el plato para salir a la calle de una forma tan valiente que decide llegar al final de ella para saltar al mar y es que, nunca nadie había rodado en mar abierto como lo hace Spielberg y lo que consigue en 1974/1975, a día de hoy todavía nadie lo ha conseguido.

La película posee secuencias memorables, un tono tan perfecto que las secuencias cómicas para aligerar no llegan ni a notarse. Los diálogos alcanzan cotas magistrales pero son los personajes el punto álgido llegando estos a estar a la altura de los del cine clásico y eso que son 3 los protagonistas acompañados de varios secundarios con cierta relevancia. Escenas como las de la madre del niño abofeteando al “jefe” son ya un icono al igual que el travelling con zoom o la cámara subjetiva con las notas de John Williams, todas por cierto sacadas del universo Hitchcock. Escenas como el descubrimiento nocturno del barco de pescadores o la marcha de los héroes vista a través de las fauces óseas de un tiburón completan de forma visual la belleza de lo que se nos cuenta.

1975 es ya el año clave en el que cine cerró una puerta para abrir otra y la causa es esta obra maestra llamada Tiburón.