Corría 2005 y Peter Jackson era el rey de Hollywood, un enorme King Kong que venía de batir records de taquilla y premios con su último episodio de El señor de los anillos. \”El retorno del rey\” parecía ser el lema de la nueva película del director neozelandés, quien se apropiaba de la famosa historia del gigante mono de 1933 para dejar claro (o eso pensaba), que era el sucesor definitivo de Lucas y Spielberg… 

Al final, la película dejó claro que el director era más Kong y salvaje que rey y refinado y sus carencias quedaron al aire como antesala de lo que también ocurrió después con la Trilogía de El Hobbit. Jackson era y es un director esclavo de su origen salvaje, abonado al terror y a la oscuridad y de ahí, nunca debería salirse.

KING KONG 2005, PRIMER ACTO

El primer acto de King Kong es un prodigio de cine. Jackson se sitúa de maravilla en el terror de una Nueva York de principios del siglo XX totalmente destrozada por la crisis. A modo de carrusel circense de freaks, Jackson muestra las penurias de una crisis donde el hambre y la desesperación se apoderan del alma humano. Tras esta pequeña presentación los protagonistas se embarcan hacia el terror que será esa pérdida isla de la calavera, la cual acoge en la parte externa de su muro los mejores momentos del filme. Las oscuridad, el gore y el terror tribal de los habitantes de la isla nos hacen recordar los mejores momentos fílmicos de su director. Aquellas escenas salvajes de Braindead o aquellos terrible Uruk-hai de El señor de los anillos, parecen encajar perfectamente con las tomas digitales aéreas que tan de moda puso Jackson en la primera trilogía de Tolkien hasta que eso sí, los protagonistas deciden atravesar el muro para penetrar en el terror del segundo acto.

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KING KONG, SEGUNDO ACTO

Cuando hablamos de terror nos referimos a terror cinematográfico, es decir, al desastre que Jackson concibe en esta segunda mitad. Jackson abandona esa bestia interior, para adentrarse en los terrenos de la aventura y la fantasía que tan bien han sabido rodar gente como Lucas o Spielberg y es ahí, donde el director de \’Criaturas celestiales\’ demuestra que es hombre de un solo perfil y estilo. La escena de la persecución de los dinosaurios es simplemente un desastre visual y narrativo de proporciones enormes. Técnicamente es uno de los peores si no el peor trabajo digital de los estudios WETA hasta la fecha. La tensión dramática de la escena queda totalmente destrozada por una vertiente cómica que no sabe a que aferrarse ya que es capaz de pasar de el gag más absurdo a la catástrofe más tonta. El cgi muestra la peor cara de esta conflictiva técnica que mal usada es capaz de destrozar una obra de millones de dólares como esta. 
Pero lo peor no acaba aquí y es que tras este desastre de secuencia, la película enseña las costuras y los rotos de unos personajes carentes de alma y gracia, unos principales que no enamoran a nadie, una historia de amor que no convence ni a sus protagonistas y unos secundarios pintorescos que se mantienen como lo único salvable de todo ese enorme acto de la captura de King Kong que desemboca en el definitivo y tercer acto final.

KING KONG, ACTO FINAL 

Y a modo de la última batalla de \’El Retorno del Rey\’ o de la de \’Los Cinco ejércitos\’ de la saga El Hobbit, Jackson creo la famosa escena del Empire State como un ente grandilocuente en el que había que centrar todo el esfuerzo de la producción. Y realmente así fue. El director demuestra en la famosa y larga escena final, que de nuevo vuelve a estar en su salsa creativa cuando de motivos solemnes y trágicos se trata. Todos sabemos ya el desenlace de la triste escena que se recrea a modo de tragedia entre dos especie de amantes en su adiós final. Jackson además insistió mucho en que durante el metraje del film, la cara de Kong fuese lo más expresiva y humana posible siempre pensando en este climax final. Por suerte para la obra esta escena final salva el relato de su quema y hace que uno casi olvide el terrible acto entremedio que sirvió para casi arruinar una obra que llegaba con tintes de gran película de aquel 2005. 
Al final ni fue esa gran película, ni tampoco un desastre, pero, si un ejemplo perfecto de como hay autores atados a su propia naturaleza. 
Y es que de eso se trata este \’Lecciones de cine\’ de hoy, de hacer que ver como hay autores totalmente vinculados a su propia forma de entender el cine. Hitchcock o nuestro Alex de la Iglesia, son un ejemplo de como un autor es presa de su mirada al igual que gente como Clint Eastwood han demostrado ser capaces de tener un estilo capaz de adaptarse a cualquier género o circunstancia narrativa. En cambio, este King Kong de 2005 como ya hemos dicho, nos enseña que hay directores o autores que deben conocer a la perfección cual es la fuerza de su poder de creación y una vez dominada hacer como el maestro Hitchcock, explotarla de la forma más variada posible pero sin salirse de esa naturaleza automática que sólo algunos grandes genios poseen y que les hace presos y al mismo tiempo especiales.