Contaminada, nociva, lúgubre, deprimente, seca, irritable, irritada pero, totalmente real y sincera.

Un verde radiactivo domina está obra de Todd Haynes de inicio a fin, y es el único recurso visual fuerte que el director usa en todo el metraje ¿por qué? Porque simplemente entiende que el drama debe ser el protagonista principal de una película que nace como denuncia en vez de como espectáculo.

En ella Mark Ruffalo y Anne Hathaway sacan lo mejor de ellos para olvidarnos totalmente del refinamiento que Haynes sacó en su filme anterior, así estamos ante una obra que está en lo opuesto de las propuestas de Douglas Sirk que tan bien recreó en Carol y Lejos del Cielo. Aquí lo decrépito supera lo bello y eso se debe plasmar.

Por tanto, la crudeza de la vida golpea al espectador desde el minuto uno en una historia real que todavía sigue viva y que nos muestra la verdad del poder del dinero. La película es de obligado visionado y es una forma de ver como funciona el mundo. Un lugar donde a veces el terror supera a lo visto en ficción. Un lugar donde el dinero supera montañas de burocracia para dejar claro que sólo unos tienen derecho a la gloria y los otros, solo existen en ese infierno que hace que la gloria sea posible.

Película de obligado visionado tanto por cine como por mensaje.