Corría el año 1984 y por aquel entonces ya se había estrenado ‘La Guerra de las Galaxias’, ‘El Imperio contraataca’, ‘El Retorno del Jedi’, ‘Blade Runner’, ‘Alien el 8° pasajero’ y por supuesto ‘2001: una Odisea del espacio’. Entonces… ¿Que pasó con este Dune?

Un joven David Lynch venía de dirigir ‘Cabeza Borradora’ y ‘El Hombre elefante’ y fue llamado por De Laurentiis para escribir y dirigir la adaptación de la famosa novela de Frank Herbert que años antes había estado en manos de Jodorowsky. Para este nuevo proyecto le dio una cantidad ingente de dinero y le puso bajo su cargo a Freddie Francis en la fotografía, Toto y Brian Eno en la música, Bob Ringwood en el vestuario, Carlo Rambaldi en la creación de criaturas y apuntes de lo creado anteriormente por nombres como el de Moebius y Jodorowsky. Además los efectos visuales corrieron en gran parte por el muy reconocido maestro español, Emilio Ruiz del Río. En definitiva, un equipo galáctico para la gran ópera galáctica europea. ¿Pero que pasó para estar ante un producto totalmente desastroso?

La película tanto a día de hoy como sobre todo en 1984, se ve acartonada, lenta, aburrida, mal montada, ridícula en ocasiones, pobre en efectos visuales, falta de realismo, sin espíritu ochentero e inconexa y poco entendible. Hay escenas que no hay por donde agarrarla, como ejemplo una lucha con cuchillos donde los protagonistas usan escudos cuadrados de cristal poco traslúcido que ocasiona una escena donde el espectador no ve absolutamente nada. Las naves vuelan totalmente movidas por cable al estilo de los años 50s y escenas como el jefe Harkonen volando y riendo cual villano tras beberse a un súbdito, parecen sacadas de un “Aterriza como puedas” en lugar de un filme que intenta llevar un tono de auténtica seriedad.

Es verdad que el diseño de producción, la fotografía y la profesionalidad de los actores, hacen que la película pueda ser disfrutada en algunos apartados pero, no se puede entender como un Lynch que venía de dirigir ‘El Hombre elefante’ pudo haber rodado o planificado escenas tan sumamente desastrosas. Hasta el mismo Sting no sabemos por donde cogerlo en cada una de sus apariciones.

Dune de 1984 es quizás una obra de culto pero sólo por ser mala y por tener una historia entre bambalinas que la convierten en candidata a culebrón de Netflix.

Cierto que a su favor hay que reconocerle como ya hemos dicho, algunos detalles de su apartado visual lo que la convierten en una película ambiental bastante decente. Un film donde los ocres y el rojo riman de forma perfecta con el cuero de los trajes o con el dorado del metal, lo cual unido a la banda sonora y al propio corazón de la novela de Herbert ocasiona que vibremos en algún momento del extenso metraje. Filme candidato a participar en una Cutrecon.