Existe Spielberg en 1941. Está su puesta en escena habitual, contraluces, claroscuros, cámara a nivel de suelo, grandes composiciones, profundidad de campo. Por supuesto está su grandilocuencia en términos de producción. Enormes exteriores ambientados en los años 40, con decenas de vehículos, decorados, aviones, vestuario todo rayando a la altura de las grandes producciones de época. Tambien está la música de John Williams y el ritmo musical que Spielberg suele hacer uso de la misma. Para colmo hay un guión de Robert Zemeckis, Bob Gale, John Milius, tres de los grandes guionistas de los 70 y 80s. Delante de la cámara están John Belushi, Tim Matheson, Dan Aykroyd, Ned Beatty, Nancy Allen, Christopher Lee, Toshirô Mifune, Warren Oates o Robert Stack, estrellas Hollywood y fuera de Hollywood totalemente reconocidad.

Dicho todo esto queda decir que faltan dos cosas, capaces estas de ser culpables de que 1941 sea uno de los grandes fracasos de Hollywood, el gran borrón de Spielberg y una película totalmente desastrosa en términos de emoción y sensación. Esas dos cosas son el ritmo habitual que Spielberg da a sus obras, y, el humor en una película cómica.

El inicio del filme es un homenaje o ripeo cómico tipo “Scary Movie” o “hot shot” de Tiburón, es decir, en 1979, Spielberg ya era capaz de hablar de él mismo en primera persona, al menos en términos cinematográficos, esto hizo que el ego del rey Midas no le dejase ver que lo que estaba intentando crear era un auténtico esperpento. Por suerte este fracaso fue la causa de que Spileberg sufriese un gran varapalo moral que le obligase a un resort junto a un también aflijido George Lucas, en ese resort nació la idea de crear una obra maestra llamada ‘En Busca del arca perdida’. Gracias, 1941…, pero que mala eres.