Florence Pugh al desnudo en 'Oppenheimer'

Florence Pugh al desnudo en 'Oppenheimer'

Florence Pugh al desnudo en 'Oppenheimer'

Florence Pugh vuelve a recordar su vestido con transparencias y critica a sus ‘haters’: “Prefiero enseñarlo todo”
Realizó un desnudo también en ‘Oppenheimer’

Florence Pugh vuelve a recordar su vestido con transparencias y…
La actriz Florence Pugh se ha convertido en una de las estrellas más importantes de Hollywood, y por ello se ve envuelta en más polémicas. En un primer momento fue muy discutido su vestido de Valentino con transparencias en Roma. Las críticas llegaron porque mostraba sus pezones, algo de lo que ha vuelto a hablar en una entrevista para la revista Elle.

“Creo que lo que más miedo me da son los casos en los que la gente se enfada porque he mostrado demasiado de mí misma. Cuando todo se vino abajo con el vestido rosa de Valentino hace un año, mis pezones estaban a la vista a través de un trozo de tela y molestaron a la gente”, comenzó diciendo.

La intérprete nominada al Oscar a Mejor actriz de reparto en 2020 por su papel en ‘Mujercitas’, ha aprovechado su nuevo desnudo en ‘Oppenheimer’ para hablar sobre por qué la gente se siente incómoda al ver un cuerpo: “A la gente le da miedo la libertad, el hecho de que estoy cómoda y feliz. Dominar a las mujeres hablando de sus cuerpos ha funcionado durante demasiado tiempo”.

“Estamos tan aterrorizados por el cuerpo humano que ni siquiera podemos mirar mis dos pequeños pezones detrás de la tela de una manera que no sea sexual. Necesitamos seguir recordándoles a todos que hay más de una razón por la que existen los cuerpos de las mujeres”, destacó.

Florence Pugh, en contra de los estándares de belleza
“Hablo de la forma en la que lo hago sobre mi cuerpo porque no intento esconder la celulitis de mi muslo o el mollete entre mi brazo y mi teta. Prefiero enseñarlo todo”, apuntó. “Cada mujer con la que me cruzo me dice: ‘Parece que te lo estás pasando genial’. Y es cierto. Las mujeres se sentían atraídas por el hecho de que yo era feliz. Ese ha sido un aspecto importante en mi carrera y en mi vida: aceptar quién soy y no huir de ello”, sentenció.

Algo que también defendió en su cuenta de Instagram en una de sus últimas publicaciones. “Lo que ha sido interesante de ver y atestiguar es lo fácil que es para los hombres destruir el cuerpo de una mujer públicamente, con orgullo, para que todo el mundo lo vea. Incluso lo hacéis con vuestros puestos de trabajo y emails del trabajo en vuestra bio? No es la primera vez y ciertamente no será la última que una mujer escuche lo que está mal en su cuerpo por parte de un puñado de extraños. Lo que es preocupante es lo vulgares que podéis ser algunos hombres”, escribió.

El polémico desnudo de Florence Pugh en ‘Oppenheimer’: por qué la primera escena de sexo de Christopher Nolan es el momento más cringe del año

Las mujeres siempre han sido una asignatura pendiente en la filmografía del director de ‘Tenet’ y su nueva película sigue el mismo camino
El polémico desnudo de Florence Pugh en ‘Oppenheimer’: por qué la primera escena de sexo de Christopher Nolan es el momento más cringe del año
El estreno de ‘Oppenheimer’ supone la primera vez en la que Christopher Nolan hace un drama biográfico, pero también marca otro gran hito para el director, ya que es su primera película con escenas de sexo. Un dato que puede resultar sorprendente, pero su castidad previa también tenía que ver con una vocación de cine blockbuster destinado a un gran público, también con poco espacio para la violencia gráfica, siguiendo con constancia una pulcritud que nunca se sale de los límites.

Lo que puede sacarse en claro en su filmografía es que el director ha adquirido una reputación digna de meme por la forma en que trata las relaciones entre hombres y mujeres. A menudo, las últimas mueren (o están ya muertas) y los hombres están tristes como consecuencia. Nolan, esencialmente, es el rey del tropo de la esposa muerta. Y esto sufre una inversión en su nuevo trabajo, aunque acaba cayendo en otras trampas muy superadas desde el punto de vista de género.

Su cine es conocido por su marcada mirada masculina y una representación de las mujeres pobre, a menudo cosificando a sus personajes femeninos y retratando recursos prototípicos como dejarlas en “la nevera” hasta que tengan alguna función para mover la trama desde otro punto de vista, ya sea el asesinato, o servir de chispa para el autodescubrimiento y la realización del potencial que el protagonista masculino experimenta posteriormente.

Nolan y el club de las esposas muertas
En ‘Memento’ (2000) su principal personaje femenino era una clásica rubia manipuladora, en ‘El prestigio’ (2006) incluiría a dos, pero solo para ofrecer una dualidad polarizada, por una parte Sarah Borden (Rebecca Hall), la clásica madre que debe sufrir constantemente debido al trabajo, los intereses y la rivalidad de su esposo y por otro Olivia Wenscombe (Scarlett Johansson), quien era prácticamente una mujer trofeo de una victoria imaginada frente a su rival. Un papel dual que evoluciona en ‘Oppenheimer’ pero sigue el mismo camino.

Florence Pugh al desnudo en ‘Oppenheimer’

En ‘Tenet’, Elizabeth Debicki hacía de Kat, un personaje aparentemente completo, pero pronto su importancia acaba reduciéndose a su altura y a su proximidad a un hombre; solo es útil debido a su relación con Sator, y el espectador debe sentir simpatía por ella porque es una madre que sufre abusos a manos de su esposo, básicamente acaba sirviendo de víctima, utilizada como rehén. Volviendo a las dos escenas de sexo de ‘Oppenheimer’, son un buen ejemplo de hacia dónde ha evolucionado el papel de la mujer en el cine de Nolan.

PughLa mujer deseada
En la primera escena vemos la fijación del director por la filosofía y la teoría como deflector de las sensaciones de pasión que surgen entre el científico (Cillian Murphy) y Jean Tatlock (Florence Pugh). Nolan muestra un desnudo de la actriz, pero el foco se convierte en un libro en sánscrito que Tatlock encuentra en el estante del físico, el Bhagavad Gita, un texto religioso clave en el hinduismo, del que lee parte del poema épico Mahabharata. Aquí donde suena la cita “Me he convertido en la Muerte, destructor de mundos”, que dice mientras Tatlock vuelve a ponerse encima suya.

Delirios de grandeza en la alcoba
Una elección de guion involuntariamente graciosa, que subraya el propio complejo de Dios del personaje en una sesión de sexo que, por otra parte, resulta fría y casi sin pasión. La película da preferencia a la referencia cultural pomposa que a preparar el momento para crear una intimidad real entre los dos personajes. Además, cuando Tatlock le pide que le traduzca sánscrito durante el acto, revela otro de los mayores tics de Nolan en su tratamiento de las mujeres, dibujándolas como recipientes para el genio de sus protagonistas masculinos. Tatlock es casi una femme fatale, que se limita soltar teoría comunista y acabando reducida a amante torturada.

Pero si la primera escena de sexo, metiendo con calzador una cita sobre la que reincide película desde el principio, dibuja a Tatlock como un vehículo, la segunda alcanza niveles de bochorno. Cuando la Comisión de Energía Atómica de los Estados Unidos interroga a Oppenheimer sobre sus antiguos lazos comunistas, sus interrogadores le pregutan sobre la última vez que vio a Tatlock. En ese momento, el protagonista recuerda estar en una habitación de hotel, donde los dos se sientan uno frente al otro en sillones separados, completamente desnudos.

KittyLa mujer secundaria
Entonces las dos realidades se fusionan de forma inesperada y mientras Oppenheimer está en su vista de autorización de seguridad tomamos el punto de vista de la mujer del cienfífico, Kitty, y cambiamos a su perspectiva, mientras imagina a Oppenheimer y Tatlock, desnudos, follando justo en frente de ella, en esa misma habitación, mientras los señores de traje siguen con sus preguntas. Pero no solo se queda en esto, sino que Tatlock mira fijamente a Kitty en este escenario de fantasía, burlándose de ella. Una representación surrealista de los celos de Kitty por la cita extramatrimonial de su esposo, exagerada y gratuita, que encima quiere pasar por evocadora.

“Habrá que poner sexo, que es una película adulta”
La escena, que no pega con el tono casi de cine de tebeo postadolescente del que Nolan no logra despegarse nunca, no solo resulta burda por la forma en la que desnaturaliza una escena de coito como si fuera un thriller erótico, ni siquiera por la vuelta a la figura de Tatlock como una vívora interesada, por muy subjetiva que sea, evoca los celos de Kitty como una humillación pública, llevando el tropo de la “esposa sufridora” a extremos delirantes. Su personaje es “la madre que aguanta al genio” de todos esos biopic que incluyen a personajes femeninos solo para añadir otra dificultad al camino del retratado, sino que además pasa la mayor parte de tiempo en pantalla con el ceño fruncido, gritando o directamente llamando “pelele” a Oppenheimer por no enfrentar con más energía a sus enemigos.

Por mucha intensidad que le ponga Blunt, su personaje es una sufridora en segundo plano y al final del largometraje no tiene más relevancia que haber sido un bastón o acicate enfadado para Murphy. Además, las semillas de la aventura con Tatlock finalmente terminan en tragedia, lo que sincroniza con su anterior tendencia a retratar a las mujeres en la órbita del genio masculino. En este caso no es la esposa muerta, sino la amante suicida. Aunque ojo, que Nolan utiliza un montaje de flashback para sugerir que quizá ha sido asesinada, en una subtrama de conspiración que acaba en ninguna parte.

BluntLa mujer exaltada
Es más, esa percepción de asesinato no influye en las acusaciones de comunista a Oppenheimer, que parecen unidas con más intencionalidad de lo que realmente tiene la “subtrama” de espionaje. Además, esos puntos de vista subjetivos del suicidio rompen esa regla de punto de vista desde el protagonista que Nolan ha puesto como excusa para no enseñar los efectos de los bombardeos reales. Porque lo importante al final no es tanto su arrepentimiento, sino su “pacto” con Einstein, su persecución y su sufrimiento de mártir, para lo que los personajes femeninos de la película son comparsas necesarios por exigencia de la plantilla del biopic arquetípico americano.

la actriz contestaba a todos los seguidores que la criticaron
“Cuando me puse ese increíble vestido de Valentino sabía que era imposible que no hubiera comentarios al respecto”, escribió Florence Pugh en su última publicación de Instagram. Con estas palabras por lucir un espectacular vestido rosa fucsia semitransparente con el que mostraba su pecho para asistir al desfile de alta costura de la firma en París.

Enfundada en este traje de tul, con cuello halter y volante, Florence compartía en su perfil de Instagram varias imágenes posando con este elegante y llamativo diseño, que acompañó con unos zapatos de plataforma del mismo color. Las reacciones ante este look no tardarían en llegar. Poco después de su publicación, tanto en Twitter como en Instagram, se desató la polémica. No por haber elegido un diseño que dejaba al descubierto su pecho, sino por “tenerlo pequeño”, según señalaban numerosos comentarios al respecto.

“Muchos de vosotros queríais decirme agresivamente cuán decepcionados estabais por mis tetas pequeñas, o cómo debería estar de avergonzada por tener un pecho plano. He vivido en mi cuerpo durante mucho tiempo. Soy plenamente consciente del tamaño de mis senos y no le tengo miedo”, escribió Florence en una segunda publicación en la que, de nuevo, posa con el vestido. La actriz de películas como Mujercitas aprovechó la publicación para agradecer la educación recibida en su casa desde pequeña: “Estoy muy agradecida de haber crecido en un hogar con mujeres muy fuertes, poderosas y con curvas. Fuimos criadas para encontrar poder en los pliegues de nuestro cuerpo. Para ser ruidosas acerca de estar cómodas”.

La publicación, que suma ya más de un millón de ‘me gustas’ y no ha sido censurada por Instagram a pesar de dejar visibles sus pezones, fue aplaudida por muchos otros usuarios de Instagram, como el propio diseñador del vestido, Pierpaolo Piccioli, que pidió respeto en uno de los comentarios, al igual que hizo la propia Florence para concluir su mensaje: “Crece. Respeta a la gente. Respeta los cuerpos. Respeta a todas las mujeres. Respeta a los humanos. La vida será mucho más fácil, lo prometo”.

Quien dejó a todos sorprendidos con su look fue Florence Pugh. La joven actriz, que pronto comenzará a grabar la secuela de Dune, llegó con un dramático vestido rosa en una aparición que marca su regreso a las alfombras rojas.

Black Widow continúa siendo un éxito en cines y streaming. La primera película de la nueva era de Marvel Studios demuestra que la supremacía de la empresa continúa vigente y que son pocos los que pueden hacerle frente. Con Scarlett Johansson a la cabeza, Black Widow se encuentra repleta de actores en verdad talentosos, incluyendo a Florence Pugh, quien interpreta a la hermana menor adoptiva del personaje principal. Durante una nueva entrevista con The Hollywood Reporter, Cate Shortland, directora de la cinta, revela el motivo por el cual eligió a Florence como Yelena.

No es ningún secreto que Pugh ha dejado encantados a los fans con su interpretación como Yelena. El personaje es audaz y letal, pero también divertido; en varios momentos de la película nos reímos con sus intervenciones y gestos juveniles, algunos de ellos hasta infantiles. Está claro que Marvel Studios quiso introducir a una nueva Viuda Negra no solo con estilo, también con una personalidad que hiciera reír al público. Shortland confesó que años atrás había deseado trabajar con Florence y Marvel le concedió el gusto de hacerlo.

Marvel Studios está introduciendo personajes nuevos en la fase 4 del MCU y Yelena Belova es uno de ellos. El estudio quiere reemplazos para los superhéroes que se han marchados y Florence llega para convertirse en la nueva Viuda Negra; Shortland también habla sobre lo fácil que resultó trabajar con la actriz de 25 años, sobre todo por su preparación como bailarina:

Pero lo que no sabíamos en ese momento era que Florence había sido bailarina. Así que hizo que las secuencias de lucha fueran mucho más dinámicas porque ella puede manejar la coreografía. Y cuando estaban peleando en el apartamento, tienes estas cosas realmente atléticas entre ellas dos debido a la experiencia de Florence con la danza.

Su nombre y su rostro están en todas partes, y no es para menos. Florence Pugh lleva una trayectoria imparable en Hollywood y ya cuenta con una nominación al Oscar en su corta carrera. Pero ahora, la gran promesa británica se prepara para el enorme impulso de popularidad que conlleva sumarse al Universo Marvel, donde la veremos más de una vez en los próximos años.

Con la esperada Viuda Negra, el primer estreno cinematográfico de Marvel en más de dos años, Pugh se convierte en heroína de acción acompañando a Scarlett Johansson en su primera (y seguramente única) aventura en solitario. Y ojo, porque aunque Natasha Romanoff es la protagonista, la película tiene una clara robaescenas, y esa es Florence Pugh, un huracán de carisma y talento que simboliza claramente el futuro de Marvel.

Tras encadenar tres trabajos completamente distintos como Peleando en familia (S. Merchant, 2019), Midsommar (A. Aster, 2019) y Mujercitas (G. Gerwig, 2019), en la que nos brindó la versión definitiva de Amy March y logró su primera nominación al Oscar, la última joven promesa surgida de la prodigiosa cantera británica estaba a nada de proclamarse –como sus adoradísimos Leonardo DiCaprio y Kate Winslet en Titanic– la reina del mundo. Pero justo entonces, llega el iceberg COVID-19 y todo se paraliza… incluso la alegría por el trabajo bien hecho. ¿Cómo procesa uno el éxito individual cuando lo colectivo se enfrenta a una crisis universal? “Lo más ridículo es que eso que dices me sucedió en solo un par de meses”, cuenta Pugh con su inconfundible voz rota.

Florence Pugh, que ya fue candidata a un Oscar, y suena para interpretar a Madonna en su biopic, tiene solamente 25 años. La misma edad que tenía Scarlett Johansson cuando estrenó Iron Man 2, que fue la primera vez que ingresó, como Natasha Romanoff, al Universo Cinematográfico de Marvel.

No tiene por qué replicarse, pero la joven intérprete inglesa está lista para pegar el gran salto a la popularidad que le otorga ser una -nueva- figura de Marvel.

De hecho, ambas compitieron por el Oscar a la mejor actriz secundaria el año pasado, Scarlett por Jojo Rabbitt, y Florence por Mujercitas. Créase o no, para las dos era la primera candidatura al premio de la Academia de Hollywood. Lo ganó Laura Dern, que en Historia de un matrimonio es la abogada del personaje de Scarlett -quien aspiró, también, a la estatuilla como actriz protagónica-.

Aunque cueste creerlo, dado su carácter ya emblemático, solo hace siete años que Florence Pugh estrenó su primera película, aquella especie de (intento de) nuevo ‘Picnic en Hanging Rock’ llamado ‘The falling’, en el que ella y Maisie Williams destacaban como principal gancho. Entre los muchos que allí la descubrieron: el director de teatro y ópera William Oldroyd, quien apostó por Pugh como heroína de su primera película, ‘Lady Macbeth’, pictórica y visceral adaptación de la novela corta de Nikolái Leskov. “Cuando la conocí lo tuve claro”, me contaba Oldroyd en 2017 para ‘El Periódico’. “Tenía la edad del personaje y era igual de temperamental. Además, no juzga al personaje. Simplemente, deja que viva. No quería a nadie que juzgara al personaje”.