Puntuación: ****
Visual: ****
Narrativa: ****

A veces cuando menos te lo esperas salta la liebre y eso acaba de ocurrir con Logan, una suerte de Imperio Contraataca del universo X-Men que se convierte por derecho propio en la entrega más oscura de la franquicia, la mejor, y un rival muy digno de competir con las ya míticas obras del vecino héroe nocturno creado por Christopher Nolan.

Fox aceptó que ‘Logan’ tuviese una calificación R, lo cual limita su recorrido comercial, pero sin riesgo no hay victoria y así, aunque una gran parte del público hábitual de las salas queda fuera de la lista a engrosar los números de taquilla, la otra gran parte que si puede asistir no va a tener más remedio que viralizar esta genial y sorprendente Logan, un film adulto en todos los sentidos (Deadpool no tenía nada de adulto) que hace que por fin, los superhéroes tengan la entidad dramática que ya hemos visto en diversos cómics. Vayamos con la crítica pues.
A James Mangold ya lo hemos visto coquetear varias veces con el western, lo que nos dice el amor que perfila el director por el género clásico por antonomasia. Así, si uno ama el género no tiene más remedio que tener siempre en retina obra crepusculares como Centauros del Desierto o Sin Perdón, y eso hace, que cuando uno se acerca al citado género, estas ideas salgan a relucir y eso es lo que ocurre a Logan.
Los colores, el metal y los grandes núcleos urbanos habitual de la franquicia X-Men (tomamos esta obra y sus dos primeros capítulos como spin-off de la misma) dejan paso a la aridez de los escenarios donde se rodó. Con todo, el osado del héroe es una de las bases sobre las que se asienta ‘Logan’, algo que se traslada a todos los aspectos de la función, desde el look desgastado de los personajes hasta unos diálogos mostrando que poco menos que asumen su situación actual, sin olvidarnos de la aportación musical y de la propia evolución de la historia en el guion firmado por el propio Mangold junto a Michael Green y Scott Frank.
Logan es como un enorme puzle que se va formando a base de actos, los cuales fluyen con ritmo reposado pero perfectamente compensados con espectaculares escenas de acción que al final, acaban dando un conjunto equilibrado y narrativamente perfecto.

Como era de esperar, todo ello permite a Jackman mostrar una nueva cara de su personaje, dejando atrás su chulería característica en beneficio de una mezcla de cansancio y desconfianza que no le impide buscarse problemas por mucho que intente evitarlos. Además, exprime a fondo el hecho de que su capacidad regenerativa no pasa por su mejor momento, por lo que está más demacrado que nunca. Se nota que esta era la historia que Jackman quería contar sobre el personaje y se entrega en cuerpo y alma.
El resultado es simplemente una de las mejores películas de superhéroes de la historia y el primer aviso de todo lo bueno que promete este 2017. Un Hero-western crepuscular, sucio, árido, ocre, pero, perfecto en su composición narrativa, en su composición visual y en su seriedad a la hora de tratar al espectador. Además, remata con algunas de las mejores escenas de acción que ha dado el género.