Puntuación: 6.5

Western y bichos del espacio exterior, de la mano de Jon Favreau y Steven Spielberg… ¿Algo nuevo en esta mezcla un tanto extraña?

Parece que donde haya una película con extraterrestres, allí estará Steven Spielberg para producir tal fechoría. Y es que este año se ha lucido, eso sí, con productos que dejan más bien que desear: Transformers 3, un despropósito concebido para recaudar; una serie mediocre y previsible como Falling Skies; Super 8, la única que se salva de este montón; y por último, el film que tenemos entre manos, un pastiche vulgar llamado Cowboys & Aliens y que es la adaptación, seguro que nada fiel, de otro cómic.
Jon Favreau, autor de la insulsa Iron Man y poco más, ejerce esta vez como el nuevo peón para ofrecernos otra película sobre el género de alienígenas que, dicho sea de paso, ha inundado nuestras carteleras de un tiempo a esta parte, con más desaguisados que obras destacables. Ante un guión escrito por siete personas, que da poco pie a la sorpresa y que se torna de lo más predecible, el director desenfunda el revolver para dispararnos con una serie de clichés, tanto del western como de la temática de invasiones alienígenas, víctima de cualquier cineasta desfasado que tan sólo pretende homenajear unos géneros que, cada día que pasa, se quedan sin argumentos convincentes. La historia empieza en el siglo XIX, con un tal Jake Lonergan en medio del desierto de Arizona, aturdido, perdido y un poco…amnésico. Con una herida en el costado y un extraño brazalete en el brazo, se encamina hasta el pueblo más próximo, con un único objetivo, saber qué es el brazalete que lleva encima, el cual no se lo puede quitar y sobretodo, saber quién es realmente. En su camino se encontrará con tipos que desearán su muerte, como Woodrow Hollarhyde, aunque tendrán que unir sus fuerzas para hacer frente a una fuerza mayor, unos seres venidos desde el espacio decididos a esclavizar al ser humano.
Otro rollo sideral, esta vez con caballos y revólveres, sin nada que ofrecer salvo un rato de entretenimiento, eso sí, divertimento sin moraleja alguna, un producto vacuo, tanto en sus diálogos como en la relación entre los personajes y también en el fondo de nuestro protagonista que, desde luego, es un fondo poco sorprendente teniendo en cuenta que el eje de la trama es descubrir quién es y el por qué de sus circunstancias. Esta vez se ha optado por intérpretes con cierto renombre como Daniel Craig, Harrison Ford o la bellísima Olivia Wilde, entre otros, por desgracia, ninguno acaba por creerse su papel, la supuesta seriedad del film se torna en carcajadas estruendosas en ciertos momentos por la simpleza del asunto y ese deja vu constante de estar viendo la misma historia en la gran pantalla una y otra vez, solo que peor que otras veces. Sin embargo, se salva todo lo referente a imagen, efectos especiales y el sonido, quizás el trabajo más redondo de Favreau (sin echar campanas al vuelo, no alucinemos). La música de Harry Gregson-Williams tampoco es gran cosa, y repite acordes característicos de un film de indios y vaqueros. Típico.
Definitivamente, nada de especial relevancia en una producción cuyo libreto ha ido de estudio en estudio hasta que alguien ha cedido para realizar este despropósito alargado en su duración hasta lo indecible, ¿o eso me pareció a mi? Probablemente Steven Spielberg debería de dejarse ya de producir cualquier chorrada que contenga bichos del espacio exterior y mirar más el contenido a lo que da luz verde, porque perspectiva, parece que pocas luces le quedan. Menos mal que J.J. Abrams no le vendió un tocomocho. Total, que estamos ante un film que avanza torpemente en su desarrollo, que solo puede estar condenada al ostracismo y que ni cowboys ni los mismos aliens ni Bob Esponja la salvan de la quema. Película olvidable.

El Erograma de Olivia Wilde

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